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El último día de Diario Hoy

Era martes 26 de agosto de 2014. Pasada la hora del almuerzo se anunció la llegada de la liquidadora de Edimpres, la casa editora de Diario Hoy durante más tres décadas. Edith Duque, de la Superintendencia de Compañías, se paseó por toda la Redacción acompañada de miembros del comité de empresa, hasta que entró en mi oficina y tomó una foto con su teléfono celular de la pantalla de la computadora en la que trabajaba. Diario Hoy debía parar la rotativa. Una última foto en la Redacción con los que quedamos fue la despedida. En la noche muchos debimos salir casi en calidad de delincuentes. Fuimos esculcados por los guardias nuevos que llegaron a la garita de la planta, mientras los directivos del comité de empresa se apostaban en todas las puertas.

Ese fue el último día de Diario Hoy antecedido por extraños acontecimientos. Visitas sorpresivas del Ministerio de Trabajo para hablar con los periodistas, del IESS, del SRI y hasta de militares armados que entraron a la planta ante el asombro de la todos para una supuesta incautación de autos que nunca ocurrió porque todo había sido un error.

La Superintendencia de Comunicación había impuesto una multa de $57.000 a Hoy por un error de imprenta. Una confusión entre la Redacción y la rotativa por la impresión de la tirada en la portada era la causa. El Director, Jaime Mantilla, era acosado desde todos los frentes posibles. El arreglo con el comité de empresa para que se le permitiera liquidar el diario y cumplir con las obligaciones de la compañía fue obstaculizado por parte de ese comité. Ni siquiera se le permitió entrar a recoger sus objetos personales de su oficina. Todos los que apoyaban el cierre del diario y la liquidación a cargo de la Superintendencia de Compañías confiaban, al parecer, en que el gobierno haría otro medio público que se sumaría al aparato de propaganda gubernamental. Esos muchos quedaron esperando.

La Redacción en la que había conocido a muchísimos periodistas, fotógrafos, diseñadores, correctores formados en el día a día de la reportería; la Redacción en la que había deambulado desde la página de Sucesos hasta el suplemento económico, cerraba sus puertas. Todas las historias, contadas día a día a veces hasta en las madrugadas quedaron guardadas en su hemeroteca y pronto se irían empolvando por decisión de la Superintendencia de Compañías. Ese día la Superintendencia de Comunicación borraba a Hoy de sus registros. No existía más. Luego vendría la campaña del aparato de propaganda del gobierno para culpar a la administración del cierre. Una administración a la que ni siquiera se le permitió liquidar una empresa por la que había bregado los 365 días del año durante más de tres décadas.

Hoy, para ese entonces, pasaba por un proceso de cambio: una transformación a diario digital e impreso.