Muamar Gadafi, tras 42 años en el poder, finalmente fue depuesto por la oposición y el apoyo de EE.UU. y la OTAN.
Aunque las causas de la inestabilidad política en los países de Oriente Medio no pueden generalizarse, hay un elemento en común: el despertar ciudadano de un cambio político por mayores libertades y democracia. Los ideales democráticos se han extendido hasta el mundo musulmán, especialmente en países del norte de África.
Esto se ha dado por la ayuda de la Internet y las redes sociales. La movilización de los jóvenes ha puesto en jaque a los servicios de seguridad, quienes no han podido ser rastreados. Incluso eso imposibilitó al régimen de Gadafi conocer de antemano la fecha y hora de las protestas.
Esto se vio favorecido por la división de militares. En el caso de Libia, varios oficiales dejaron las filas de las Fuerzas Armadas para unirse a los rebeldes. Sin la presencia de este factor, el debilitamiento del régimen de Gadafi no hubiera sido posible.
La ‘Primavera Árabe’ ha puesto en duda la legitimidad de poderosos regímenes autoritarios y monarquías petroleras. A más de la demanda de mayor libertad y democracia, altos índices de desempleo en la población joven han influido. Un elemento interesante es que pese a existir en la región movimientos religiosos radicales, estos se han sumado a la corriente bajo la exigencia de cambios y reformas políticas.
La posición estratégica de Occidente en la región ha sido clara: contención y política de diálogo ante las protestas, no represión. Por ello, ante el inicio de las protestas y la reacción represiva de Gadafi, Estados Unidos y la OTAN intervinieron apoyando a las fuerzas rebeldes.
En este sentido, Barack Obama manifestó la posición de EE.UU. : “no estar de lado de la violencia injustificada y la continua supresión de los ideales democráticos”.
¿Cuáles son los efectos de estos cambios? Todavía es prematuro establecer un escenario claro de la evolución de estos hechos. Lo más peligroso de los recientes acontecimientos es el aumento de las tensiones sectarias y de las heridas que deja un conflicto interno, así como el desastre humanitario que puede ocurrir por la carencia de agua y alimentos en ciudades como Trípoli.
Sin embargo, la ampliación del espacio democrático en Libia y los países de África de Norte puede calmar las necesidades de amplios sectores poblacionales de mejorar sus condiciones económicas y empleo, así como de mayores libertades y derechos democráticos.
Por otro lado, la democratización de los sistemas políticos contribuirá a acabar con las pretensiones hegemónicas y separatistas, así como dar estabilidad de la región.