Según el testimonio del ex abogado de Donald Trump, Michael Cohen, quien coopera con la justicia para conseguir una rebaja de penas, el entonces candidato estaba al tanto que Julian Assange, desde su refugio en la embajada ecuatoriana, iba a divulgar vía Wikileaks documentos de la campaña de Hillary Clinton sustraídos por la inteligencia rusa. Si el hoy Presidente negó la conexión con Assange en su testimonio ante el Fiscal especial, y éste cree más en la versión de Cohen, el caso podría desembocar en juicio político contra el presidente Trump.
Ante esa situación, la justicia estadounidense, ahora sí, querría acceso o extradición de Assange, tornando aún más incómoda la posición del Ecuador, que protege a un individuo para que desde una sede diplomática nacional conspire contra la democracia estadounidense. Cohen declaró que estaba en la oficina de Trump cuando éste puso en altavoz una llamada de Roger Stone, operativo de campaña especialista en jugar sucio. Según Cohen, Stone le dijo a Trump que había hablado telefónicamente con Assange quien le avisó que en pocos días Wikileaks revelaría una gran cantidad de correos de Hillary que le harían gran daño a la campaña de ella. Trump habría contestado “Qué bueno que sería”. Los correos se revelaron el 16 marzo de 2016: la conversación habría tenido lugar hace exactamente tres años.
Este es un problema más para la Cancillería, que recién bajo José Valencia, le puso normas de conducta al incómodo huésped, que incluyen que Assange se haga cargo de limpiar las necesidades que hace su gato, normas que han valido que Assange enjuicie al país que le ha dado inmunidad ante la justicia sueca y británica, nacionalidad y empleo. Cuando Assange se refugió en la delegación diplomática en Hans Crescent Street, arguyó que Suecia (que lo investigaba por violación) lo deportaría a los EE.UU., donde sería ejecutado, por publicar los documentos secretos entregados por el analista de inteligencia militar Bradley Manning. Pero era un pretexto. Los diarios estadounidenses también publican documentos secretos, y Assange podría acogerse, con éxito, a la libertad de prensa. Manning (hoy Chelsea) fue condenada por robo de documentos y luego indultada.
El caso actual es más grave. En noviembre, el error de un abogado del departamento de Justicia de los EE.UU. reveló que desde el verano se prepara un caso contra Assange en corte federal. Por cuerda separada, el ex jefe de la campaña Trump, Paul Manafort, quien visitó Quito para ofrecer sus servicios de cabildeo, tanto para el caso Assange como con la banca china, fue condenado a prisión por delitos financieros. Es hora que el gobierno nacional se libere de Assange. Que le aconseje acogerse al programa de testigo protegido; que de lo contrario, sería puesto patitas en la calle.
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