La restauración conservadora
La restauración conservadora es el nuevo lema de la ya reiniciada campaña electoral gubernamental. Hay que precisarla. Crecen corrientes conservadoras en el mundo; unas pueden ser la búsqueda de algún pasado idealizado y consideran indispensable un nuevo proteccionismo económico; otras lo contrario. Los conservadores quieren varias políticas económicas.
La izquierda oficial latinoamericana, por su parte, encuentra progresistas a los clericales gobiernos iraníes que quieren regir sociedad y Estado por el texto religioso: una Edad Media. Así, lo conservador atraviesa a la izquierda y a la derecha; es ante todo una postura política sobre modos de vida, valores, una idea de sociedad y Estado de un idealizado pasado y es menos definida por la economía.
Correa dice que en cuestión de “valores” en esta columna, recordé que el conservador García Moreno fue un reformador, un modernizador, y que Correa se asemeja a él, por modales y valores o su gusto por un orden controlador y autoritario. También promueve un sistema sociopolítico conservador que prepara el regreso a un orden conservador de larga duración porque alimenta mentalidades y condiciones sociales para ello.
Por ejemplo, con su lógica disciplinaria minimiza a la sociedad civil o a la persona. Es la figura del “gran hermano”, un sueño conservador, muy cercano a la visión religiosa de un reino del bien sin malos, algo imposible pero que sirve para, con moralismo y sanción, encaminar los comportamientos. En sus posiciones la carencia de flexibilidad pretende ser rigor científico, lo que dice mucho de una persona.
Este conservadurismo en Correa se refuerza al despolitizar la política y reducirla a la gestión. El “confíen en mí” o que un asambleísta no haga una denuncia pública de corrupción sino en la Fiscalía, indica “yo sé lo que hago” y hay un camino para cada cosa, no la irrupción de lo incontrolable.
Lo tecnocrático y la visión religiosa de sí mismo y del mundo se juntan, pues al orden pensado se une la pretensión de cumplir una misión divina, para desarraigar el mal. Misión divina que requiere tiempo (y reelección) para terminar la buena obra hasta que sea perfecta y se vuelva eterna; sólo hay espacio para la adhesión o el rechazo.
La crítica, como la nuestra, no puede ser comprendida; sería un banal rechazo. En la polarización fraguada arriba reinan emociones, los demás deben aprender la virtud de la adhesión y de la reflexión hecha arte de justificar lo dicho arriba por incoherente que sea, no en desentrañar razones. Crea así condiciones para que reine un orden que cultiva el silencio abajo.
Correa es también un modernizador de la gestión pública y de los servicios públicos, es un modernizador conservador. En la restauración conservadora se mezclan actores y espacios, se intercambian las banderas. Sí, avanza la restauración conservadora.