Sombría semana la que termina, para el Gobierno y para nosotros. En una especie de sabatina, con asistencia de ganaderos y campesinos, un alto funcionario del Gobierno agradecía al Presidente, al Vicepresidente y a los ministros por haberse jugado por los ganaderos. Tenía buenos motivos para la gratitud porque él mismo se declaraba ganadero y habían obtenido medidas proteccionistas. Saludaba con dos sombreros; por eso hubo quien calificara el episodio como tráfico de influencias. Entre el Gobierno y la Asamblea se proponen criminalizar la comercialización del suero de leche obligando a vender exclusivamente en polvo, beneficiando también a la industria que ya tiene las instalaciones adecuadas.
A los lecheros que no pueden competir en el mercado no se les ayuda con medidas proteccionistas, ni con precios políticos; solo tardarán más tiempo en alcanzar la competitividad necesaria. Con este tipo de medidas el gobierno privará a los más pobres de un alimento que está a su alcance, contribuirá a contaminar los ríos si se arroja el suero que no se puede comercializar y le rebotará al mismo Gobierno porque otros sectores de la economía exigirán también medidas proteccionistas y precios políticos.
En la misma semana otro Ministro anuncia, como si fuera una proeza, nuevo endeudamiento por dos mil millones de dólares para seguir manteniendo un gasto público que se habían comprometido a reducir. Lo poco que se ha reducido ha sido en inversión pero no en gasto corriente. La tasa de interés, el 9%, es alta si se considera que Colombia coloca sus bonos al 5%, Perú al 4,17% y Chile al 2.5%. Los economistas que dicen las verdades nos alarman a los ciudadanos pero no inquietan al Gobierno. El aplazamiento de las reformas pone en peligro el acuerdo con el FMI que puede romperse por incumplimiento. Amontonar deudas, al nivel de la criticada administración de la revolución ciudadana, es trasladar el problema a las próximas generaciones que recibirán un país sin crecimiento, con deflación y cargado de cuentas por pagar.
Necesitamos una Greta Thumberg ecuatoriana que proteste en nombre de los niños y nos exija responsabilidad. Los niños que van a pagar las deudas podrían presentarse ante el Gobierno, como Greta Thumberg se presentó ante los líderes mundiales para decirles: “Ustedes han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras vacías, y sin embargo, soy de las que tienen suerte. Hay gente que sufre. Hay gente que muere”.
¿Qué será lo que quiere el Gobierno? Todo poder tiene secretos y los gobiernos más débiles guardan arcanos más inexpugnables. Lo que podemos hacer quienes no estamos en las mieles del poder, es elucubrar si el gobierno seguirá contratando deuda hasta el 2021 para probar la confianza de los inversionistas o si hará finalmente el ajuste y las reformas.