Nos vieron la cara
Yaku Pérez parecía haber trascendido la ideología de la Conaie y de Pachakutik, nos hizo creer que, saliendo de su cuadrícula protestataria, opositora y amenazadora, había concebido un proyecto nacional, no para oponerse al gobierno sino para gobernar, no para amenazar a los ecuatorianos sino para liderarlos. Pero no, solo fue una ilusión. Apenas se planteó la posibilidad de que fuera Lasso quien pasara a la segunda vuelta, volvió al espíritu de la Conaie y desenterró la manida teoría del complot. Volvió a la vieja estrategia política de la amenaza. Yaku Pérez abandonó su perfil presidencial que ya iba pareciendo atractivo para una mayoría y volvió a parecerse a los viejos dirigentes de la Conaie. Se volvió idéntico al expresidente Correa. Ambos exhibieron esa lógica contundente, infranqueable, simplona: si gano es una democracia transparente, si pierdo es un complot para hacerme fraude. Es una lógica tan elemental que no requiere pruebas ni razonamientos, el hecho descrito es la prueba. El caudillo que quiere volver amenaza con la venganza, el caudillo que quiere entrar amenaza con el levantamiento. Nos dan a escoger: hordas vengativas y hordas destructivas. ¿Qué somos los ciudadanos para ellos?
Al vengativo no se le olvidó nadie en sus amenazas: los medios de comunicación, los partidos políticos, los periodistas, los jueces; pretendió hacernos temblar a todos, sin pensar que al presentarse como Júpiter tonante dejaba a su candidato en calidad de monigote, de amanuence para anotar la lista de los enemigos del jefe.
El jefe tribal, en cambio, hacía el papel de policía bueno y policía malo. Como policía bueno nos decía que está conteniendo las marchas; pero como policía malo amenazaba con autorizar la marcha sobre nosotros.¡qué torpeza tratar así a los electores! El líder que había descubierto y conquistado un proyecto nacional, al no aceptar los resultados ensucia su victoria y desdibuja su perfil de figura nacional.
Si como candidatos no se someten a la ley, menos se someterán cuando sean elegidos. La democracia es un sistema de limitación de poderes y los límites están establecidos en la ley. El comportamiento de los candidatos que no aceptan los resultados es autodestructivo, y más que eso, destruye la sociedad porque contagian sus pasiones a los ciudadanos y dividen a los electores en bandos irreconciliables.
Es evidente que se han producido dos revelaciones en la primera vuelta, Yaku Pérez y Xavier Hervas, ambos en posiciones políticas más de centro y que bien podrían ser las figuras claves en la próxima elección. Lo que les convendría políticamente a ambos es derrotar al populismo autoritario que sería su peor enemigo en el futuro. Hervas parece haber entendido bien el nuevo mapa político, Pérez puede involuntariamente hacer el juego al populismo y terminar de nuevo como simple dirigente del sector indígena para liderar protestas.