No somos Suecia

Escenario 1: El covid 19 estará con la humanidad por largo rato. La única manera de frenarlo es la vacuna. Muchos laboratorios trabajan en ella. En el mejor de los casos saldrá para el 2021. Mientras tanto la mejor “vacuna” es lavarse las manos, mantener la distancia y llevar mascarilla.

Escenario 2: El coronavirus contagiará al 60 % o 70% de la humanidad. Un porcentaje alto vivirá después de la enfermedad y logrará la inmunidad. Los restantes morirán, ya que el virus es letal. En este escenario no se apuesta por el confinamiento, si por la vida cuasi normal, practicando medidas preventivas: higiene, distancia y mascarillas. Esta estrategia la asumió Suecia. Muchas autoridades, empresarios y opinadores claman por replicar a Suecia. Pero Ecuador no es Suecia.

En uno u otro escenario coinciden en las medidas preventivas. Lo mejor es reducir los riesgos y que haya el menor número de muertos. Para esto es indispensable que la gente colabore. La colaboración o corresponsabilidad funciona en sociedades conscientes. La consciencia se realiza a través de la educación. Por décadas tenemos una mala educación. Las autoridades y los medios no han desatado hasta ahora poderosas campañas de prevención contra el virus que conduzcan a la población a la auto disciplina y a cambios de comportamientos en base al valor de la solidaridad. Se reduce el presupuesto educativo.

El confinamiento ha sido rebasado por la gente forzada por el hambre o por el deterioro de la economía. Informales y empresarios presionan.
Dicen “defendamos el empleo”. Se ha creado un ambiente de no temor al virus. En las calles nadie toma medidas de prevención. El semáforo tiene todas las luces encendidas al mismo tiempo: rojo, verde, amarillo. Pocos obedecen a las autoridades. Crisis de liderazgo y gobernanza. El rebrote es una probabilidad inminente.

Se ha retornado al escenario de enero y febrero, cuando se descuidó la prevención, lo que produjo el desastre de Guayaquil. Hay que reiterarle a la gente que el virus está aquí y que mata. Que hay que convivir con él. Que por lo tanto hay que ser más responsables, cuidadosos y conscientes.

Esa convivencia responsable con la enfermedad en educación significa que el lavado de manos debe traducirse en zonas rurales en dotación de agua potable para cientos de escuelas que carecen de ella; distanciamiento debe entenderse en evitar probable masificación de escuelas fiscales por el cierre de las privadas o por migración de clase media en crisis a la pública; aulas con no más de 15 estudiantes; conectividad universal, cero aranceles para computadores y tabletas, tele educación y educación radiofónica; explicación del uso indispensable de mascarilla, capacitación y motivación a los docentes; fondo con recursos internacionales para becas y crédito educativo blando para estudiantes cuyos sus padres han perdido el trabajo o negocios.