Dos acontecimientos se han producido en la esfera internacional en los últimos días que podrían significar un positivo punto de quiebre en la política exterior del gobierno.
El primero. La Ministra de Relaciones Exteriores visitará Oriente Medio en estos días para fortalecer las relaciones con Israel y Palestina.
Ecuador ha mantenido relaciones con Israel prácticamente desde su nacimiento que apoyó con su voto en la Asamblea General de la ONU en 1948. Esa vinculación, hay que decirlo, ha tenido altibajos como resultado de la política agresiva y expansionista que han mantenido algunos de sus gobiernos en varias etapas de su historia. A esa política Ecuador se ha opuesto con firmeza. Tel Aviv, no obstante, ha mantenido importantes mecanismos de cooperación con nuestro país en los sectores tecnológico, agroindustrial, de irrigación y otros, incluyendo el militar. En los últimos años se han producido episodios de tensión bilateral a causa de violentas y desproporcionadas acciones israelíes contra Palestina en Gaza. Estos hechos fueron repudiados por el Ecuador que procedió a retirar a su embajador en dos ocasiones.
Con Palestina nuestro país ha sido un leal amigo basado en los principios tradicionales de su política exterior y no por intereses pues las dramáticas condiciones de ese país no dan para una relación equitativa ni institucionalizada y peor aún económica. Entabló relaciones con la Autoridad Palestina en 2000, lo reconoció como Estado en la ONU en 2010. Su vinculación es solidaria y activa políticamente en su apoyo a ser independiente y soberano con las fronteras seguras fijadas en 1967.
El hecho de que la Canciller Espinosa visite los dos estados es positivo pues demuestra la voluntad del gobierno de normalizar la vinculación con Israel, incrementar sus relaciones comerciales y de cooperación y transmitirle su posición sobre Oriente Medio. Y es conveniente también encontrarse con las autoridades palestinas para reiterarles nuestro respaldo a su justa causa.
El segundo. El viernes pasado se conoció que Brasil había concedido, solo un día después de haber sido solicitado, el beneplácito a uno de los más destacados diplomáticos de carrera para que sea embajador en ese país. Decisión acertada ya que finalmente se normaliza así, y con un profesional, la vinculación bilateral después de que Ecuador retirara su embajador tras la destitución de la presidenta Rousseff que consideró inconstitucional. De ello ha transcurrido un año y tres meses. Es decir que nuestro país no ha tenido Embajador con el país más importante de la región afectando la relación comercial y política. Todo ello con el escándalo de Odebrecht como telón de fondo. ¿Punto de quiebre en política exterior?