‘Cisne negro’

Salí con los hombros hecho piedra y con miles de sensaciones por dentro: descuadrado, sombrío, cuestionado' Supongo que Natalie Portman y el director de la película ‘Cisne negro’, Darren Aronofsky, estarían satisfechos al saber que su estupendo trabajo impacta grandemente en sus espectadores.

De la sala de cine se sale no solo admirando la extraordinaria actuación de Natalie ni lo bien tratados que son el guión, la actuación, la música, la edición y la fotografía. Es una historia a la que no se le escapa nada. Todo finalmente encaja. Es una cinta de corte psicológico, social y kafkiano, que topa diversos aspectos sensibles de la mente, los miedos, las represiones, el perfeccionismo, el éxito, el fracaso, las contradicciones internas, la anorexia y la metamorfosis de una persona sobreprotegida y presionada por su madre y por la competencia laboral.

Es una historia que explora la intimidad de Nina, una bailarina con problemas mentales que tiene la oportunidad de realizar el rol estelar de ‘El Lago de los Cisnes’, en el que tiene el reto de mutar del candoroso cisne blanco al apasionado y perverso cisne negro. Tal transición en el papel le obliga en la vida real a explorar y dejar escapar el demonio reprimido que lleva dentro.

Una de las primeras conclusiones que saqué luego de ver esta película es que todos, unos más otros menos, tenemos un loco dentro. Tenemos nuestros miedos y contradicciones. Tenemos nuestras maldades y bondades. Nuestro cisne blanco y cisne negro que compiten, luchan y se imponen. Unas veces uno, otras el otro.

Mas esta contradicción permanente no solo está en nuestra individualidad o en nuestra mente. Está también en la sociedad y en la historia. Para esto recordé este pasaje del ‘Kibalión’, escrito en el Antiguo Egipto por Hermes Trimegisto, uno de los influyentes pensadores del esoterismo y ocultismo: “Todo es dual; todo tiene polos, todo tiene su par de opuestos; semejante y antagónico son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza pero disímiles en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; todo lo paradógico puede ser reconciliado”.

Con estas reflexiones retorné al momento actual para afrontar que nuestro Ecuador vive una lucha brutal y desgarradora entre sus dos cisnes. Entre el país que quiere ser justo, equitativo y democrático y el antiético, manipulador y autoritario.

Recordé también, al calor de las noticias y denuncias de estos días, como algunos cisnes blancos que conocí en los años setenta y ochenta, jóvenes puros, dignos, altivos e idealistas, al calor de las delicias del poder y de los contratos, han sufrido una metamorfosis. Han dejado salir su cisne negro: sumiso, acrítico, oportunista, prepotente, cínico y corrupto.

Por su puesto, la culpable de esta reflexión y decepción es Natalie Portman.

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