Acaban de elegirse los 51 miembros del Consejo Constitucional, que deberá redactar la nueva Constitución de Chile. Trabajará sobre el texto borrador elaborado por una Comisión de 24 Expertos, elegidos por el parlamento.
A diferencia del fracasado primer proceso constitucional, el actual ha implicado poner límites comunes, creándose 12 bases o “bordes”, que son inamovibles. Agregándose la existencia de un Comité Técnico de Admisibilidad, que, con 14 juristas, vela porque se respeten estos bordes.
Con estos resguardos trabajará el Consejo Constitucional, ente que se compondrá en un 57% por consejeros de derecha, lo que les otorga mayoría absoluta y por consiguiente derecho a veto. Por su parte, los consejeros pro-gobierno solo alcanzaron un 28% de los votos, mientras los de la ex concertación obtuvieron un 8% no eligiendo a ningún consejero. Así de severo fue el castigo para el progresismo.
De esta manera el péndulo, en poco tiempo, se ha movido de un vértice al otro, generando incertidumbre por lo abrupto del cambio.
Esto ocurre cuando se trataba de reemplazar la Constitución de 1980, escrita y aprobada en dictadura, y justo cuando se conmemoran 50 años del golpe de estado que derrocara al presidente Allende.
Ahora queda la duda sobre si efectivamente tal Constitución será reemplazada o solo readecuada, siendo el tema principal lo que debe entenderse por un estado social de derechos.
Actualmente, el estado solo interviene en aquellas áreas en las que no lo hacen los privados.
En la campaña primaron temas de la contingencia, mas no los constitucionales. Así, la desbordada migración, el aumento de la delincuencia atribuido a ella y la irrupción del narcotráfico, primaron.
El resultado deja en muy mal pie al presidente Boric, quedando en entredicho el cumplimiento de su programa, cuando aún restan tres años de mandato.