Los candidatos de ocasión – sin generalizar – serían aquellos que, se prestarían ya sea para evitar que tal o cual movimiento o partido político vaya a desaparecer y/o para que, la desconocida u olvidada figura del candidato de ocasión, pueda en la palestra política aparecer. Lo cierto es que, el apuro y la improvisación son su constante y carta de presentación. Para aquellos, la consistencia es una palabra lejana y poco practicada; ya que, rara vez existe concordancia entre lo que piensa, dice y hace el candidato de ocasión; sin caer en cuenta que, aquello es de vital importancia para ganar elecciones; y, por supuesto, para cumplir con seriedad y responsabilidad con los ofrecimientos de campaña. Veamos amables lectores, algunas características de los candidatos de ocasión:
I. ¿Sus movimientos o partidos practican la democracia? La respuesta es No, prácticamente ninguno, sino en todos, no se realizan primarias o elecciones internas, para efectos de designar candidatos. Siendo así, cabe preguntarse, ¿cómo se puede participar en una contienda democrática electoral y decirse demócrata, si casa adentro no se practica la democracia?
II.- ¿Airbnb políticos? No me refiero a las alianzas en el ejercicio de la libertad entre afines en ideas, valores y principios; sino, a los candidatos de ocasión que, en épocas de elecciones, en cuanto aparecen los “Airbnb – movimientos de alojamiento político”, en los que generalmente poco importaría la ideología del ocupante, el mismo que en su afán de participar en la contienda electoral, se embarca apresurado, develándose no pocas veces oportunismo y falta de previsión, lo cual se vería reflejado no solo en el plan de gobierno, sino, de llegar, en la ejecución y resultados de la gestión. Generándose por ende, una inconsistencia en la esencia, una especie de incestuosa relación entre el partido o movimiento y el candidato; reflejándose las diferencias pese a las forzadas explicaciones, principalmente en el pensamiento y la ideología política entre las partes; sin perjuicio de que, en la penumbra del reservado acuerdo, se manifestarían las tarifas del hospedaje… Consecuentemente, ¿cómo puede generarse certeza y credibilidad en la propuesta política del candidato de ocasión, si le anteceden tales circunstancias? Si no existe consistencia entre el pensamiento del movimiento o partido y el del candidato, ¿cómo podemos esperar consistencia entre el ofrecimiento y el cumplimiento?
III.- ¿Quién manda, el partido o el candidato de ocasión? En términos generales, La respuesta es ninguno de los dos. Hay quienes afirman que, los partidos son medios a fin de atender las necesidades de la población, frases que suenan bien en la superficialidad del análisis, en la retórica del discurso, pero que carecen de sustancia. Lo cierto es que, algunos partidos y movimientos parecerían no ser medios, sino propiamente fines en sí mismos; esto es, tienen objetivos propios generalmente apegados a intereses partidistas, de grupo y/o principalmente del líder y sus directos allegados; navegando estos en las aguas de los ofrecimientos, de la demagogia, de los egos, de las rencillas, de los desquites, de las ambiciones; y, sobre todo y ante todo, en pos del santo grial, esto es, del codiciado, peligroso y efímero “poder”. De esta manera, el líder es el mismo que, decide ante sí y ante todos, quien sí y quien no, todo lo cual con base en simpatías, adulos y conveniencias de parte y parte; no existiendo una participación real en las decisiones fundamentales de los partidarios y peor aún de las masas que los apoyan; más allá de las relativas influencias y prudentes sugerencias de los más cercanos. Así, el candidato de ocasión sabe bien que, de llegar a través de dicho partido o movimiento, el verdadero jefe no será el votante, sino el dueño (del partido o movimiento), debiendo allanarse a los propósitos de éste, le sean o no convenientes al candidato y/o al país. En conclusión, generalmente, en los candidatos de ocasión, lo que reina es la improvisación; así, ante tales circunstancias, cabe reflexionar, ¿acaso no resulta una ficción, renovar cada cuatro años los votos de esperanza en favor de los candidatos de ocasión?