Y con justa razón. En mayo de 2011, el Biess prestó USD250 millones a Celec EP, empresa pública a cargo de los proyectos eléctricos, para la construcción y equipamiento del proyecto hidroeléctrico Toachi-Pilatón. Las condiciones: a 20 años de plazo, con cuatro de gracia, al 7,5% anual.
Los cuatro años de gracia se vencieron en mayo de 2015, por lo que la deuda debería estar amortizándose. Pero hasta marzo, el más reciente dato disponible, se había pagado sólo USD6 millones. El motivo: que la fuente de pago es la “remuneración por venta de energía”. O sea, que el Biess corre con el riesgo de no cobrar si el proyecto no genera ingresos. Si el BID y la CAF prestaran así, hace rato hubieran quebrado.
Toachi-Pilatón no es un mal proyecto. Está en la vertiente occidental de los Andes, entre Pichincha y Santo Domingo, lo que sirve de contrapeso en caso de sequía severa en la vertiente oriental. Pero hay dos problemas. El primero, exceso de centrales hidroeléctricas.
Quizá debió hacerse dos centrales grandes en la vertiente oriental, Soplador y Coca, y una en la occidental, bien sea Toachi-Pilatón o Minas-San Francisco, que queda entre Azuay y El Oro. Pero se hicieron ocho. Si todas estuvieran en operación, habría un enorme exceso de capacidad instalada, y algunas centrales generarían a media llave o menos. Como Toachi estaría entre las de costos más elevados sería de las que menos generaría. En cuyo caso, a lo mejor la recaudación no hubiera alcanzado para amortizar el préstamo.
Pero ese es el problema menor. Toachi fue un proyecto muy mal manejado. El presupuesto inicial fue de USD360 millones, que subió a USD420 millones al inicio de la obra: USD250 millones para las obras civiles, a cargo de CWE, constructora china, y USD145 millones para las unidades de generación, que proveería y montaría la rusa Inter Rao. Por lo que el Biess fue el principal financista.
Pero hay diferencias entre el Estado y la empresa rusa. La obra está inconclusa. Una subcontratista del proyecto Toachi coimó a funcionarios del gobierno, entre ellos a un tal “vidrio”, según determina un tribunal arbitral de Miami. Y sólo una vez que se resuelva el diferendo con los rusos, se termina la obra y se hacen las pruebas, se podrá saber si CWE es mejor constructora que las otras contratistas chinas: la mayor parte de las centrales hidroeléctricas nuevas adolecen de severos problemas de construcción.
El Biess demanda pago. Pero el Ministro de Hidrocarburos y Electricidad dice no hay plata, de lo que se deduce que las centrales construidas a costos onerosos, no son rentables. Pero que el Biess insista. Ya era hora de que quien lo dirige proteja los intereses de sus dueños, quienes contribuyen con parte de sus salarios, con un manejo de fondos que priorice la seguridad, además de rendimiento.
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