Entre el sheriff y el predicador
La divisa de Barack Obama al llegar a la Casa Blanca era “mind your own business”, ocúpate de tus propios asuntos. Obama formaba parte de quienes no piensan que Estados Unidos es un país excepcional, sino otra nación más, como dijo a los mandatarios latinoamericanos, en Trinidad-Tobago, advirtiéndoles que los dejaba a la buena de Dios.
Pero, ahora, desplaza a 300 consejeros militares a Iraq ante el embate de yihadistas suníes contra el gobierno chiíta de Maliki. Washington no puede lavarse las manos e ignorar qué sucede allí.
Los presidentes norteamericanos no tienen cómo esconderse. A veces deben actuar como el sheriff del pueblo, y, otras, como el predicador. Su excepcionalidad viene dada por su tamaño, peso económico, militar, científico y sentido de la responsabilidad.
Es sencillo: si, durante la Segunda Guerra, EE.UU. hubiera sido neutral, Hitler y sus aliados habrían controlado buena parte del planeta.
Si, finalizado ese conflicto, Harry Truman no monta la estrategia de contención, la URSS habría ganado la Guerra Fría y la pesadilla marxista-leninista continuaría vigente.
Incluso, la inhibición norteamericana genera consecuencias terribles. Como cuando el 25 de julio de 1990 Saddam Hussein convocó a la embajadora norteamericana April Glaspie para preguntarle qué haría EE.UU. si Iraq invadía a Kuwáit.
La Embajadora, quien sabía del traslado de 100 000 soldados iraquíes a la frontera vecina, respondió que constituía un asunto entre naciones árabes limítrofes que no involucraba a Norteamérica. Hussein pensó que EE.UU. autorizaba la invasión y atacó.
Craso error. El 16 de enero de 1991, Estados Unidos, junto a 34 países, espoleados por Arabia Saudita, lanzó la Primera Guerra del Golfo, recuperó Kuwáit y destruyó el aparato militar iraquí.
Esa guerra sería el prólogo de otra, en marzo del 2003, para buscar armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron, y derrocar a un tirano que no era cómplice de Al Qaeda.
¿Cómo parará esta renovada (aunque limitada) ofensiva militar norteamericana en Bagdad? Obama la utilizará en operaciones comando o para dirigir drones contra los enemigos, pero todo puede salirse de sus manos.
Hace 100 años, comenzó la Primera Guerra Mundial, y nadie puede explicar satisfactoriamente por qué el asesinato de un oscuro Príncipe austriaco en Sarajevo provocara la mayor matanza conocida por la historia.
Cuando terminó ese conflicto llegaron los predicadores. Surgió la Liga de las Naciones, pero hicieron las paces de tal manera que tras dos décadas comenzó la Segunda Guerra. Entonces aparecieron los sheriffs a poner orden.
Es un cuento que nunca se acaba.