La vicepresidencia ha sido motivo de debate, controversia y conflictos que alteran la estabilidad política en América Latina. Si bien se encuentra abundante material académico sobre el presidencialismo, no así sobre la vicepresidencia. Su existencia, forma de elección y sus facultades, provocó discusión ya en la convención de Filadelfia de 1787. ¿Se elegía por separado?, ¿en binomio? Por ejemplo, el segundo presidente de los Estados Unidos, John Adams, era federalista y el vicepresidente Thomas Jefferson, un republicano. El vicepresidente añade el apoyo de algunos estados, y presidirá el Senado. El 37o presidente de los EE.UU. Richard Nixon afirmo: «El vicepresidente no puede ayudarte. Sólo puede hacerte daño». Dimitió por el escándalo de Watergate.
El esquema norteamericano influyó en América Latina. En Argentina y Uruguay, el vicepresidente preside el Senado. En el pasado lo fue en Ecuador. Se recuerda, al vicepresidente Carlos Julio Arosemena Monroy, quien con la oposición lideró desde el Congreso, la destitución de Velasco Ibarra, asumiendo él presidencia de la República. Estos conflictos nacen con el proceso independentista, con el choque entre Simón Bolívar, después de la independencia de la Gran Colombia, con el vicepresidente Santander. Bolívar eliminó la vicepresidencia.
Hay países de Latinoamérica que no contemplan un vicepresidente: México y Chile. En Venezuela es designado por el presidente. Hugo Chávez lo hizo con Nicolas Maduro. La vicepresidencia coloca en la cubierta del debate público cuestiones relativas a la subordinación, cooperación, tensiones y conflictos, lealtad o traiciones, inestabilidad, apetitos por la sucesión en coyunturas de crisis, confianza o recelos de conspiración. Discordancias.
Repasemos rápidamente algunos casos: la traición del vicepresidente brasileño Michel Temer, plegando al juicio político y destitución de la presidenta Dilma Rousseff (2016). En Paraguay, el vicepresidente Franco, votando por la destitución del presidente Fernando Lugo (2012).
Ecuador tiene abundantes experiencias de fricciones a más de las mencionadas: Osvaldo Hurtado y León Roldós, León Febres Cordero y Blasco Peñaherrera, Abdalá Bucaram y Rosalía Arteaga, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio. No al descubierto, pero el maltrato de Rafael Correa a Lenin Moreno; y éste como sucesor, convocó una consulta popular exitosa para desmontar parte de la estructura autoritaria establecida para la hegemonía correista.
Para matizar, leamos lo expresado por el ex presidente de Brasil, José Sarney, sobre la vicepresidencia: «funciona como un salvavidas en momentos de crisis». En casos de destituciones o renuncias, los vicepresidentes han asumido la presidencia. Uno de los expertos en el presidencialismo, Mario Sarrafero, dice que la vicepresidencia es una «institución en crisis».
Ahora, la señora Verónica Abad, produce incertidumbre. Podría tomar decisiones que empeoren la crisis y ponga a la débil democracia al borde del barranco. Se nota la animosidad mutua entre el presidente y ella. Abad, con dudosa probidad, bien podría desbaratar todo para perjudicar a Noboa, sin descartar que conceda a Glas el indulto, mediante un decreto; o, fingiendo cumplir con las exigencias insolentes del gobierno mexicano.