El ave fénix y el populismo

Los resultados de la primera vuelta electoral para la comunidad política guayaquileña fueron aplastantes. Candidatos sin mayor asidero en la urbe porteña avasallaron- sumando las votaciones de Arauz y Yaku Pérez – derrotando ampliamente a los candidatos locales. Esta dramática situación implica el fin de un ciclo político de la etapa populista que se inició a la mitad del siglo XX cuando surgieron el velasquismo y el cefepismo. Luego, después de la dictadura militar, emergió a la escena política el Ingeniero Febres Cordero y se hizo cargo de un membrete político, el Social Cristiano, creado en 1952 para auspiciar la candidatura de Camilo Ponce Enríquez. Desde entonces, ese partido en el parlamento y la Alcaldía de Guayaquil ha sido el eje de la actividad política nacional con fuerte influencia en provincias costeñas, salvo Manabí la que nunca pudieron descifrar ni conquistar.

Los resultados requieren recordar algunas premisas del populismo: un líder carismático que percibe las debilidades del momento; un estado burocrático como único pilar institucional; ausencia de un partido que supere los horizontes electorales y un pueblo que requiere inclusión en la dirección del Estado. Si se agreguen variables ideológicas los populistas serán fascistas o piramidales como el peronismo en Argentina, Por eso, si lo resultados se confirman después del acuerdo, desacuerdos y amarres, el correísmo será una fuerza política como el velasquismo, el cefepismo o el socialcristianismo.

Realizada la primera vuelta, proclamado o eliminado el proceso ,y por ende la vigencia del sistema democrático, el resultado político será invariable. Las actuales fuerzas populistas de la Costa están en etapa terminal y vendrá algún sustituto, con o sin la ayuda – ahora pródiga y generosa- del gobierno colombiano cuya intromisión en el proceso electoral del Ecuador, parece haber contaminado hasta a una de las pocas figuras estelares como es la Fiscal General del Estado.

En esta situación donde no se sabe quién es el segundo que clasifica a la vuelta final o, si la mirada de los cazadores furtivos de la derecha extrema apunta más arriba, el futuro se agota en el presente. Al populismo en cualquier de sus manifestaciones mefistofélicas solo se lo vence en las urnas y si se pretenden hacer “jueguitos de dama”, como en la TV o el cine estarán perdidos.

De continuar las situaciones extrañas es posible que se desconozca que al populismo solo se lo derrota en elecciones. Ernesto Laclau, reconocido académico en el tema, sostuvo que el populismo es la única forma y proceso histórico para contrariar, detener o sustituir a las elites exclusivas, señoriales y aristócratas. Si se dan los espacios históricos este proceso se desarrolla.
La primera vuelta, la segunda o el resultado final son solo referentes; lo importante es que está naciendo una época diferente; “el fin de los pelucones” y la sucesión puede ser complicada.