El aval del diablo

Líderes de izquierda reunidos en Bolivia firmaron la denominada “Declaración de la Paz” en la que denuncian el avance de sectores de la ultraderecha que “pretenden manipular y tutelar las democracias en defensa de sus intereses”. Se dice que los líderes firmantes apadrinan a uno de los candidatos ecuatorianos para las elecciones del próximo año. Sería como el aval del diablo porque los principales firmantes son líderes destituidos por pretender eternizarse en el poder, condenados por delitos graves, investigados por la justicia o rechazados por la comunidad internacional. Ese aval debería ser más bien perjudicial pues casi todos los populistas de izquierda arruinaron los países que gobernaron. Al beneficiado se le podría aplicar el viejo refrán: “Si el sabio no aprueba, malo. Si el necio aplaude, peor”.

Los miembros de ese sindicato de líderes jubilados no se arrepienten ni se avergüenzan de los daños causados y se llaman defensores de la democracia cuando son aspirantes a dictadores y solo utilizaron la democracia para llegar al poder. Una vez instalados se despojaron de apariencias y cambiaron las constituciones o pasaron por encima de ellas para quedarse hasta que fueron desalojados.

El expresidente ecuatoriano que firma el documento, ha escrito una carta, “por medio de su apoderado”, a diario EL COMERCIO para calificar de calumnia el dictamen de los jueces y para defender al candidato que apadrina.

Llevo en la memoria la imagen de unos escribanos que se sentaban ante una pequeña mesa de madera en la feria del pueblo con una máquina de escribir. Los parroquianos se acercaban y relataban sus problemas al escribano y le pedían que redactara una carta, pues eran expertos para escribir cartas de negocios, de amores, o familiares. Era el tiempo en que no había teléfonos celulares y la telefonía fija era escasa y mala.

El escribano del ex presidente le hizo flaco favor porque ha puesto a su nombre una carta en la que maltrata a las autoridades llenándolas de denuestos y declarándose “víctima de contubernio, asociación ilícita, delincuencia organizada, entre los distintos poderes del Estado, oligarquías, politiqueros, para impedirme que sea candidato, para lo que se prestaron ciertos jueces corruptos, sicarios judiciales, que se vendieron por el dinero de Odebrecht, por nombramientos de concursos amañados, prebendas, delincuentes, que vendieron su honor y claudicaron su moral”. La profusión de calificativos tiene marca registrada; los errores gramaticales que contiene el escrito, espero sean del escribano.

Inscribir candidatos que no cumplan las reglas, es un exceso que la democracia no puede tolerar si quiere mejorar el sistema representativo. El CNE no debe entregar dinero de los ciudadanos a aventureros que se presentan de candidatos sin Partido, ni Dios, ni Ley; que cuentan solo con el aval del diablo.