El camino está resbaloso, un lodazal, como aquellos que año tras año afectan a la costa ecuatoriana. Y en ese camino parece que vamos dando pasos de ciego sin bastón, tropezando con las mismas piedras, elección tras elección. De tumbo en tumbo, así vamos. Tambaleando, como el borracho que busca arrimarse al poste para no caer, como el náufrago que ve a su barco hundirse y perderse en el horizonte entre la niebla y el mar. Hay tantos candidatos y alianzas más las alianzas de las alianzas que es como andar en las nebulosas, perdidos, sin norte y sin brújula. Y así llegaremos al domingo de elecciones, caminando sobre arenas movedizas, sin saber para dónde están jalando los bueyes esta carreta.
La corta memoria que tiene el país olvida que los candidatos de hoy, que se declaran enemigos de los gobernantes de ayer, ya fueron parte de esas mismas alianzas y componendas. Pero no parece importar eso: la campaña ha sido llena de abrazos, besos a niños y a ancianos, camisetas por doquier y tarimas para bailar. Y ganará seguro el que mejor fiesta haya podido brindar.
Pero además de los candidatos a las dignidades intermedias, está este entuerto del bodrio del llamado quinto poder, en el que el elector ni sabe bien quienes son los candidatos, ni por cuántos hay que votar ni para qué. Hasta hace pocas horas no se sabía cuánto mismo valía el voto nulo: si es válido o no vale nada, si define o no define. Todo depende, dicen, de cómo se cuente y de para qué. Si antes no valía, a lo mejor ahora sí vale. Un trabalenguas, mejor dicho. Pero también han sido trabalenguas los discursos de los candidatos pues anuncian cosas que no corresponden a la dignidad para la que están aspirando. Algunos candidatos al quinto poder anuncian que harán leyes para acabar con la corrupción, por ejemplo, cosa que no les compete pues no es esa su función y nada dicen de cómo es que van a elegir a las autoridades de control, que es lo que les toca. Y así, enredados y confundidos, en las tinieblas, iremos a votar el domingo. Y mientras, el país detenido como se detiene de tanto en vez porque todo se paraliza “hasta ver qué pasa en las elecciones” aunque a veces no pase nada…
En la elección anterior, la de la consulta popular, por ejemplo, no pasó nada con aquella pregunta sobre la ampliación de la zona intangible del Yasuní. Ganó el Sí, pero quienes tienen la batuta ya se olvidaron de la respuesta de los mandantes, como olvidaron el ‘lobby’ para que en verdad se amplíe, de las consultas a la sociedad civil sobre el tema. También ganó el sí contra la minería. Y ahí estamos, de nuevo, jugándonos Kimsacocha, apostando por ejercer ahí la verdadera democracia. Parados. Detenidos. Intentando salir sin saber cómo. Atrapados en las arenas movedizas de la política sin poder dar un paso, ni para adelante ni para atrás.
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