El 59% del desempleo nacional se encuentra en la población joven entre 15 y 34 años. El 43% del subempleo afecta a los jóvenes. He aquí dos números que producen escalofrío al conocerlos pues reflejan la encrucijada que enfrentan las nuevas generaciones si el país no decide tomar al toro por los cuernos y enfrentar las causas que le han llevado a tener una estructura del mercado laboral mala. Insistir en la vigencia de las normativas actuales es simplemente condenar a la gente preparada para que busque vivir afuera y sólo se queden aquellos que ya no tienen nada que perder.
El Manifiesto Público presentado por dirigentes estudiantiles de varias universidades del país juntamente con el Colegio de Economistas de Pichincha, es una señal de la angustia que existe por ese futuro tan sombrío sino se cambian las reglas laborales. Además, demuestran estar convencidos de su activo rol dentro de la sociedad con miradas frescas y modernas de entendimiento sobre los objetivos de la política económica en crear empleo digno y formal, mediante medidas concretas que enfrenten con efectividad los profundos problemas acumulados a lo largo de muchos años y agravados por la pandemia en el mercado laboral.
Sienten que, como están las cosas la juventud ecuatoriana no podrá engancharse en la economía y satisfacer su legítimos anhelos pues el código laboral ha sido rebasado por la realidad de un mundo en el cual las relaciones de los empresarios y trabajadores, o si se quiere del trabajo y el capital en lugar de asentarse en las viejas y anquilosadas premisas marxistas del enfrentamiento de clases o la explotación de la plusvalía laboral, se mantienen en acuerdos que les permita a las partes maximizar sus respectivos beneficios.
Con justa razón, estos jóvenes universitarios reclaman a los actores políticos un radical cambio de actitud, pues parece que en los últimos 20 años no han aprendido nada de los profundos cambios en la realidad nacional pues sólo repiten los mismos discursos.
Piden que se mire al mundo de hoy con sus oportunidades y se legisle para hacer del Ecuador un país con futuro, competitivo, vibrante, en el cual se puedan cristalizar nuevos emprendimientos bajo reglas equilibradas y de riesgo compartido. Quieren cosechar lo que vale su preparación y no entregarla gratis a otro país.
En definitiva, proponen un marco legal que asegure relaciones de trabajo estables, remunerativas pero ligadas a la productividad y para eso, lo que hoy existe se lo debe mantener para los que ya están formalizados, que se establezcan nuevas reglas que hagan del empleo el objetivo central de la economía y con ello jóvenes, mujeres, tengan real chance de llevar el bienestar a sus hogares.