América, la que soñó siempre con ser una sola, avanza, dividida, por caminos divergentes. No las Américas sajona y latina, sino dos versiones diferentes de América Latina que van por caminos distintos.
La primera América Latina, la de los países que conforman la Alianza del Pacífico, está integrada por Chile, Perú, Colombia y México; es un bloque que busca la integración real y la democracia plena; respeta la libertad de prensa y los períodos electorales, respeta la independencia de funciones y busca la integración con todo el mundo. Juntos, estos países, representan la octava economía y la séptima potencia exportadora a escala mundial. Ha recibido el año pasado 70 000 millones de dólares de inversión extranjera directa y ha realizado el 50% del comercio de la región.
Dicen sus presidentes que tien en “el gusto de anunciar que han concluido negociaciones para alcanzar el 100% de la desgravación arancelaria, 92% de manera inmediata y el 8% a corto y a mediano plazo”. Añaden que representan la sexta economía mundial, solo por detrás de Alemania y por delante de Rusia y Brasil. Más importante aún: será la cuarta economía que más contribuirá al crecimiento mundial en los próximos 10 años, solo por detrás de China, India y Estados Unidos. Es justo, dicen, hablar de la Alianza del Pacífico como el verdadero gigante de Latinoamérica. Esta América crecerá al 4,5% anual, por encima de Brasil y casi tres veces de lo que esperan las economías desarrolladas.
La otra América Latina es la de los países que eligieron el estatismo como modelo económico, que son conducidos por caudillos autoritarios que controlan la información y culpan sus errores a enemigos imaginarios. Caudillos que viven atormentados por el fantasma del magnicidio o el complot para derrocarlos. En esta América prospera la corrupción, la justicia carece de independencia, el Poder Legislativo está subordinado al Ejecutivo y la economía depende del gasto estatal. No se respetan los períodos electorales y ocultan o manipulan la información mediante la propaganda.
Esta América, de Venezuela, Bolivia, Argentina, Nicaragua, sufre escasez, alta inflación, deuda abultada y está en franco deterioro. El mundo la mira con desconfianza porque carece de seguridad jurídica, vive todavía quejándose de los imperialismos y comprando conflictos internacionales con las nacionalizaciones y confiscaciones. La inversión extranjera directa llegó a 18 000 millones entre todos, una cuarta parte de lo que recibió la Alianza para el Pacífico. Se ha apartado de sus mejores socios comerciales, Europa y Estados Unidos, para cultivar nuevas amistades en China, Rusia, Irán y Siria.
¿En cuál de estas dos Américas está el Ecuador? ¿En cuál quisiera estar? ¿En cuál estará en el futuro?, son las preguntas que deberíamos hacernos para revisar si andamos por el camino correcto.