La consulta popular en modo de referéndum convocada para el próximo 21 de abril, será la número 13 contada a partir del referéndum de enero de 1978, para el tránsito de la dictadura a la democracia. Ecuador está en segundo lugar, después de La República Oriental del Uruguay, en el ejercicio de los mecanismos de democracia directa en Latinoamérica. En otros artículos sobre este tema, he hablado de las crisis de mediación representativa, los bloqueos institucionales, y de la necesidad de destrabar los cercos de la polarización; de la conexión entre autoritarismo, populismo y el cesarismo plebiscitario y de las debilidades y limitaciones de las que habla Sartori sobre el «directismo».
En la actual coyuntura un sector político cuestiona la consulta que se aproxima, argumentando que no es necesaria, que cuesta mucho, es inútil y motivada por la «vanidad» del presidente que busca la reelección. Lo paradójico: quienes critican, formaron parte del régimen autoritario cuyo caudillo alardeaba de sus cuatro consultas populares. Una, para imponer la constituyente, otra para refrendar la constitución diseñada a la medida de su egocentrismo, otra para meter la mano en la justicia repleta de partidarios, la que hoy vemos en despojos por la corrupción; y otra, para colocar una zancadilla a la candidatura del señor Lasso.
Doblez moral de quienes cuestionan lo que ayer manipularon los plebiscitos. La magna carta tiene preceptos petrificados, y condiciona reformas y enmiendas a través de una consulta popular, con previo dictamen de la Corte Constitucional. La constitución que tenemos es la más rígida y encadenada. ¿Qué no son temas de importancia? Pero para ellos si tenía relevancia las peleas de gallos, las corridas de toros y los casinos.
La viabilidad de una consulta popular depende del sentido de oportunidad, legitimidad y credibilidad del gobernante que la convoca. Lo que no entendió el presidente Lasso. Sabemos que muchos no se pronuncian sobre el contenido de la misma, sino por la aprobación o reprobación del gobierno que la patrocina. Si el presidente Noboa cuida el índice de su aprobación actual, se viene el triunfo del SI.