En el dije circular de una cadena de plata que cuelga del cuello de Neisi Dajomes se ven inscritas las palabras: “mamá y hermano”. La única mujer medallista de oro de Ecuador en unos Juegos Olímpicos lo luce con orgullo, mientras se ejercita debajo de las ramas de un árbol en el patio del gimnasio de pesas de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP).
La atleta olímpica, de 23 años, prefiere el césped para evitar desconcentraciones en el interior del gimnasio, donde jóvenes se entrenan para llegar hasta donde solo ella ha podido: a lo más alto de podio de unos Olímpicos, con el himno de Ecuador de fondo.
“Mamá y hermano” significan mucho para la deportista, nacida en Shell, provincia de Pastaza, hasta donde acudieron sus padres para refugiarse de la violencia en Colombia. Su fallecida progenitora, Sandra, la impulsó para dedicarse a la halterofilia; también su difunto hermano, quien fue su primer guía en esta disciplina.
En la cadena también están escritos los pesos que levantó en Tokio y la consagraron como la mejor de los 76 kilogramos: 118 kg en arranque y 145 en envión. “Me han hecho muchos regalos, pero esta cadena es la que más me gusta por lo que significa”, dice Neisi a este Diario, la mañana del 27 de octubre y muestra una amplia sonrisa. El regalo se lo hizo su amiga Irina, quien prepara el documental ‘Shell, tierra de campeones’.
Neisi está sin maquillaje y lleva el cabello alisado. Se la nota relajada, pese a su agenda por homenajes, eventos de auspiciantes y de organizaciones públicas y privadas. Desde que volvió de Tokio, ha ido por todo el país para cumplir las actividades. “He conocido más ciudades que en toda mi vida”, dice y se echa a reír.
En los eventos ha recibido regalos de empresas privadas. Uno de estos es la casa que construye para ella una cooperativa de ahorro y crédito, que la ha patrocinado desde que empezó a destacarse.
También le entregaron un auto, que lo conduce por las calles de Quito, donde está radicada desde septiembre de 2020, cuando vino para formar parte de la CDP. Le divierte conducir por las ajetreadas calles de la capital, aunque confiesa que ya tuvo dos leves percances.
En su auto se traslada al gimnasio, tres días a la semana, para cumplir con las tareas de reacondicionamiento físico con la guía del fisioterapeuta Pablo Salazar y el preparador físico Wladimir López.
Ellos forman parte del equipo multidisciplinario que la prepara para que se encuentre en condiciones óptimas al regresar a los entrenamientos con las pesas. Los profesionales pertenecen a la Universidad San Francisco, que le entregó una beca estudiantil.
Neisi escogió Psicología Deportiva, motivada por las necesidades y preocupaciones que sufre un deportista. Considera que los talentosos surgen, en su gran mayoría, en condiciones humildes. Por eso, quiere convertirse en una profesional para apoyarlos en su crecimiento.
“He visto como deportista que no siempre tenemos el apoyo psicológico. Los dirigentes muchas veces no se dan cuenta de eso. (…) Muchas veces nos toca dejar los problemas a un lado y enfocarnos en nuestro deporte”.
Sus estudios los cumple de forma virtual, durante seis horas, los lunes y los martes. Admite que le resulta estresante estudiar en línea, pues a ella le agradaría recibir las clases presencialmente. Sin embargo, está tranquila. Prevé que en el futuro solo podrá tomar una de las materias, por su preparación rumbo a París 2024.
Por ahora, solo realiza ejercicios físicos de mantenimiento. Su entrenador, el ruso Alexei Ignatov, le sugirió descanso hasta diciembre. “Desde los 12 años no he parado en este deporte. A lo mucho he descansado solo dos semanas. Por eso, Alexei me dijo que podía relajarme si llego a destacarme en Tokio y así lo hago”.
En diciembre espera ya alzar las pesas para iniciar su ciclo previo a París. Solo en 2022 le esperan el Mundial, los Juegos Bolivarianos y los Panamericanos. El camino para obtener otro oro olímpico.
¿Podrá obtenerlo? “Sé que todo tiene un proceso. Tengo 23 años y espero llegar a París 2024 en una forma óptima
y dar lo mejor”.