Por sus narices han visto pasar a Kylian Mbappé, a Lionel Messi, a jeques, a músicos como Plácido Domingo, a ‘excracks’ del fútbol. Pero se han quedado con la tentación de hacerse una ‘selfie’ o pedirles un autógrafo. Llegaron a un Mundial, por primera vez, como voluntarios y son parte de un inmenso grupo de 20 000, de distintas nacionalidades.
Emilia Sulca, Solange Cruz, David Plazarte, Jorge Gutiérrez, José Rueda, Emilio Guayas, entre otros, están entre los 20 y 35 años. Viven en Quito, Cuenca, Toronto, Guayaquil y Londres. Algunos son profesionales, otros estudian carreras relacionadas con el deporte, negocios, jurisprudencia… pero en esta ocasión el fútbol y el voluntariado los unió.
Fueron escogidos en agosto pasado, tras un detallado proceso de selección, en el que tuvieron que rendir decenas de pruebas para llegar al premio mayor, estar como partícipe de la Copa del Mundial de Catar.
Emilia Sulca Calpoviña, de 20 años, estudia Sports Business en Liverpool, y es su segunda experiencia como voluntaria. Anteriormente participó en unos Juegos de Gimnasia en la ciudad que reside.
Ella se atrevió a inscribirse para conocer cómo era vivir un Mundial de fútbol y ha visto de cerca a muchas personalidades en la área VIP, en la que entran desde presidentes de las naciones, personalidades del fútbol, de la música, del cine…
Solo los he visto pasar a la distancia, porque no podemos acercarnos ni tomarnos fotos ni hacer videos”, agrega Emilia, quien estará en las semifinales y la final en los gigantes estadios de Al Bayt y Lusail.
Ellos firmaron acuerdos de confidencialidad que deben cumplir o, de lo contrario, están expuestos a perder el cargo de voluntario.
26 ecuatorianos
José Rueda es abogado de profesión. Tiene 31 años; se inscribió en marzo y en agosto recibió la noticia de que había sido escogido. La llamada fue como si hubiera sido convocado a una selección de fútbol, porque se emocionó mucho. La primera persona a quien se lo contó fue a su mamá.
José es bondadoso, gentil y uno de los más alegres del grupo de voluntarios. Pone la sal con sus ocurrencias.
David Plazarte Herrera, de 27 años, es un profesional en comercio y trabaja remotamente para empresas privadas extranjeras.
Solange es otra de las afortunadas voluntarias que ha estado en la cancha de algunos estadios. Tuvo el privilegio de participar en el partido inaugural entre Catar y Ecuador, en el estadio Al Bayt, el más lejano, en la localidad de Al Khor. Ella es profesora de inglés y volverá a aplicar para el próximo Mundial, en Canadá.
Así llegaron
Tras la selección, los voluntarios pasaron por un minucioso proceso de capacitación, que incluyó temas hasta de discriminación, varias pruebas psicosomáticas…
Pero eso no quedó así. Ellos pagaron sus boletos de avión. Lo hicieron con sus salarios y ahorros, porque querían vivir esa experiencia de participar en un Mundial.
Usaron dinero de sus salarios. A cambio recibieron juegos de uniformes oficiales de voluntarios, kits FIFA, souvenirs alusivos al Mundial y entradas para ir a observar partidos de la primera fase.
“Es inolvidable. Es lo mejor que me ha pasado en el último año. Lo volveré a hacer”, recalca Solange Cruz, que tiene 24 años y quien se quedará hasta el 20, dos días después de la final en el estadio Lusail, en Doha.