Zubeldía y el triunfo parcial de su idea

Luis Zubeldía ha dado pasos decisivos para cumplir con su objetivo de ganar la primera etapa (Liga de Quito no puede pretender “llegar lo más lejos posible”, por favor). Uno de esos puntos claves ha sido, sin duda, quedarse con cuatro de los seis puntos en los duelos con Independiente del Valle. Ya solo le falta una gesta parecida con los clubes de Guayaquil para demostrar que su discurso, su método y su manera de entender el fútbol son realmente válidos para ser campeón.

Hay mucho mérito en la campaña de esta Liga que todavía sigue en fase de desarrollo, que aún sufre cuando llega el momento de apretar sin que se descuaderne la zaga, que despilfarra opciones de gol cuando juega de visitante y que exhibe un plantel que a ratos no luce totalmente parejo los 90 minutos.

Pero los resultados hasta ahora dan la razón a Zubeldía, quien ya no tiene a la hinchada hablando sobre sus expulsiones o sobre el papel que habría tenido el ‘Mago’ Salas si le hubieran abierto las puertas. La gente ahora solo habla de lo que ocurre en la cancha. Y lo que pasa en el campo de juego ha sido de largo más bueno que malo, más esperanzador que decepcionante, más académico y menos circense. Incluso, gana en su postura pública sobre los árbitros: los alaba en lugar de agredirlos. Esto es un triunfo (aún parcial) del proceso por encima del resultado inmediato.

Hoy, Liga tiene el mejor equipo y el mejor entrenador del país, con el permiso de Tabaré Silva, el ‘Gandalf de Carcelén’. Pero eso es hoy. La idea es serlo siempre, hasta el final del torneo. Esto es de resistencia.

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