Gilbert Piedra, de los registros de la Federación de Pastaza, se adjudicó tres medallas de oro y una de plata. Foto: Cortesía de Olimpiadas Especiales de Ecuador
‘Cambiar la vida de nuestros chicos es la mejor medalla del mundo que hemos logrado, ellos retornarán a sus hogares más libres”, dijo Héctor Cueva, presidente de Olimpiadas Especiales Ecuador, al hacer un primer balance de la participación de Ecuador en los Juegos Mundiales que culminaron el jueves 22 de marzo de 2019.
En la noche del jueves 21 de marzo se clausuró la edición XV, en Abu Dabi y Dubái. La delegación ecuatoriana, formada por 19 deportistas, retorna con 33 medallas: 8 de oro, 14 de plata y 11 de bronce.
“Las medallas de oro se quedan pequeñas junto a las historias que vivimos. Jacqueline Gilces, por ejemplo, volvió a escuchar gracias a los audífonos que recibió de donación. Esa felicidad no se compara con nada”, dijo el directivo.
Detalló que la planificación, la administración de recursos y la disciplina fueron fundamentales en esta participación. El equipo técnico y directivo de la Fundación Olimpiadas Especiales Ecuador comenzó a trabajar desde el 2018, tras los Juegos Nacionales. “Hubo planificación técnica y generación de recursos”.
Juan Pugo, de Cuenca, ganó la medalla de plata en los 3 000 metros de atletismo en los Juegos Mundiales de Olimpiadas Especiales de Abu Dabi. Foto: Martha Córdova / EL COMERCIO
Así, se realizaron los microciclos, que permitieron a los chicos llegar a competir con potencias deportivas. “El trabajo de los entrenadores permitió que el grupo no tuviera inconvenientes. Se hicieron proyecciones, pero en el momento de la competencia surgen imprevistos: el deportista se pone nervioso, o no se acostumbró al cambio de horario, o extraña su casa… Por eso no puedo recriminar a nadie ningún resultado”.
Santiago Rosero, entrenador de ciclismo, asistió por cuarta ocasión a unos Juegos Mundiales. Ese deporte aportó con una medalla de oro y 5 de plata. “Al margen de la cifra de preseas, cumplimos otros objetivos. Johan Capla era un muchacho muy callado, abstraído. Acá en Abu Dabi saluda y agradece en inglés a los meseros durante las comidas”.
Sí, el ciclista del Carchi, de 15 años, es uno de los deportistas más pequeños de la delegación. Es la primera vez que sale del país. Lo más lejos que se había marchado de su casa era a Quito, en un viaje de cuatro horas en autobús. “Fue la primera vez que subí a un avión”, contó, pero añadió que no tuvo miedo ni le parecieron largas las 22 horas de vuelo.
En Abu Dabi conoció el mar y el desierto. “Nos han tratado muy bien, nos han dado muchos regalos”, añadió.
Quiere llegar a su casa para entregarle a su madre la medalla de plata que ganó. Ella vendió una ‘vaquita’ para comprarle su bicicleta, con la que participó en el autódromo de Yas Marine, donde se disputa el Gran Premio de Fórmula 1.
Jacqueline Gilces (derecha) muestra la medalla de bronce, en la premiación de los 400 metros, ayer en Abu Dabi. Foto: Martha Córdova / EL COMERCIO
El atletismo dio al país dos medallas de oro, cuatro de plata y tres de bronce. En pesas se consiguieron tres de oro, cinco de plata y cuatro de bronce.
El más destacado fue Gilbert Piedra, quien logró tres medallas de oro y una plata.
Héctor Cueva desea que la obtención de estas 33 medallas de jerarquía mundial se conviertan en un mensaje al país. “Nuestros chicos tienen derecho a estudiar, a trabajar, a hacer amigos, a ser felices. El país está cambiando, hace 40 años, a los niños especiales se los escondía”. Hoy no, hoy son los nuevos protagonistas de las hazañas deportivas.