El judo tiene su base en Sevilla Don Bosco, cantón en Morona Santiago

Desde la izquierda: María Antún, Albino Utitiaj, Elvis Kunchikiai y Doren Antún, guiados por el DT Homero Campoverde. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO.

Desde la izquierda: María Antún, Albino Utitiaj, Elvis Kunchikiai y Doren Antún, guiados por el DT Homero Campoverde. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO.

Desde la izquierda: María Antún, Albino Utitiaj, Elvis Kunchikiai y Doren Antún, guiados por el DT Homero Campoverde. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO.

Con judogis rotos se entrenan Albino Utitiaj y Elvis Kunchikiai, quienes con 12 y 15 años de edad ya han representado al país en certámenes internacionales. Ellos son algunos de los representantes de la etnia shuar que se destacan como judocas de Morona Santiago.

Las chaquetas de Utitiaj y Kunchikiai están deterioradas; mientras los pantalones se ven parchados y rasgados. Son oriundos de Sevilla Don Bosco, parroquia rural del cantón Morona que aporta a la provincia con destacados deportistas en diferentes disciplinas.

Ambos seleccionados y sus compañeras María y Doren Antún (hermanas), recorren 20 minutos en bus para llegar al centro de Macas. De allí caminan cerca de 10 minutos hasta el gimnasio de judo, ubicado en el Centro de Alto Rendimiento de esa ciudad.

En ese escenario se preparan de 17:00 a 20:00, de lunes a viernes, con el técnico cañarense Homero Campoverde. Él, a final de las prácticas, se encarga de llevarlos en su vehículo hasta la vía principal para que puedan tomar el bus de regreso a sus hogares. Ese es el itinerario que cumplen a diario para entrenarse.

Según Campoverde, los deportistas de escasos recursos han sido los más afectados con los recortes presupuestarios hechos, en los últimos años, por la Secretaría del Deporte a la Federación Deportiva de Morona Santiago. Antes, los seleccionados de los sectores lejanos contaban con transporte e incluso con residencia.

En la actualidad, por falta de dinero, los vehículos se mantienen en los garajes porque no existe combustible, asegura el exselecionador de Cañar.

Campoverde está complacido de trabajar con niños, adolescentes y jóvenes de la etnia shuar porque, dice, tienen grandes condiciones y sueñan con salir de la pobreza a través del deporte. “Su nivel económico no les permiten crecer a los niveles que ellos, por sus condiciones, pudieran llegar”.

Utitiaj y Kunchikiai sueñan con seguir los pasos de sus coterráneos Emanuel Saant y Leonel Kunchikiai (hermano de Elvis), quienes son los principales representantes del judo de Morona Santiago. El primero es campeón panamericano y sudamericano; mientras el segundo es medallista de bronce panamericano y sudamericano.

El año pasado, Utitiaj quedó quinto a escala panamericana y tercero sudamericano en la categoría menores, 44 kilos. Kunchikiai, en cambio, compite en la categoría 11-12 años, 34 kilos, y el 2018 fue campeón en los Juegos Binacionales Ecuador-Perú.

María Antún, de 16 años, es campeona de los Juegos Nacionales de Menores y también representó al país en el Panamericano y Sudamericano de Argentina, en donde terminó quinta. Será su segundo año en la categoría prejuvenil y ostenta el cinturón marrón, que es un escalón para llegar al cinturón negro.

Su hermana menor, Doren (14 años), también se estrenó fuera del país el año pasado. En Perú no consiguió medallas, pero ganó experiencia con rivales de mayor nivel. Este año pretende subirse al podio en los torneos internacionales.

Campoverde insiste que falta inversión en el deporte de Morona Santiago. Para el judo, por ejemplo, existe un presupuesto anual de USD 1 800 que sirve para cubrir los gastos de 40 deportistas de las categorías infantil, menores, prejuvenil y juveniles. Él sugiere a la Secretaría del Deporte una mejor distribución de los recursos económicos.

Se muestra inconforme porque no se reconoce las 13 medallas internacionales que, el año pasado, alcanzaron los judocas de Morona Santiago.

Los seleccionados shuar se destacan por su fuerza y cualidades físicas. El entrenador considera que se debe a que desde niños se dedican a la cosecha de yuca y plátano, y su posterior traslado desde las fincas a los lugares de expendio. “Eso les hace diferentes”.

Pese a los obstáculos que deben sortear, los judocas están decididos a buscar un mejor futuro a través del deporte.

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