Gustavo Alfaro voló por los aires. Los seleccionados ecuatorianos lo tomaron y lo lanzaron con fuerza en medio de la cancha del estadio Monumental de Guayaquil, tras el empate 1-1 de Ecuador ante Argentina.
Al estratega le tomó por sorpresa el gesto de los seleccionados. Estaba en el centro de la cancha cuando los jugadores lo tomaron y lo agitaron como suelen hacerlo en otros países cuando un equipo termina campeón o con un título.
En medio de la algarabía, el zaguero Piero Hincapié le arrebató el micrófono a uno de los animadores y empezó a gritar el nombre de Gustavo Alfaro.
Tras el reconocimiento al entrenador, el argentino tomó la palabra. Habló con fuerza y energía. “Es el momento más importante en mis 30 años de carrera como entrenador”, dijo el estratega, que lució un terno azul. “Por algún lugar de este estadio está mi familia, la que siempre me ha apoyado”.
Agradeció a los hinchas, pero sobre todo a los jugadores, quienes dijo son los principales responsables de la clasificación al Mundial de Catar.
También tuvo palabras sobre el futuro de Ecuador en el Mundial. “El desafío es de 17 millones de dólares. Vamos a luchar por hacerlos felices. Este es el grupo que se siente identificado con una bandera, un escudo”. “Nosotros vamos a llevar el sueño de un país a Catar y vamos a dejar la vida”, agregó.
En medio de sus emotivas palabras, contó que en una de las paredes de la Casa de la Selección había un espacio vacío destinado para una foto: la del equipo ecuatoriano clasificado al Mundial de Catar. Así motivó a los seleccionados para llegar al Mundial.