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La violencia también golpea a los futbolistas

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El rostro de Enrique Vera, mediocampista de Liga de Quito, evidenciaba preocupación la tarde del viernes, en el Hospital Metropolitano. “Me vine de México (a Ecuador) por cosas de seguridad y ahora la familia (de Luis Bolaños) sufre”, dijo el paraguayo.

El ‘Rambert’ Vera, como es conocido, llegó al centro médico para conocer el estado de salud de Bolaños, quien recibió tres balazos cuando conducía su vehículo.

Vera, al igual que el ‘Chucho’, retornó esta temporada al club albo por pedido del entrenador argentino Edgardo Bauza.

Pero su decisión de volver tuvo una causa de peso: en México sufrió amenazas de extorsión.

El año pasado, el ‘’guaraní’ actuó en el Atlas de México. Llegó a ese plantel tras su participación en el Mundial de Sudáfrica, en julio.

Aún así, en noviembre, el Diario Récord de México, reveló que Vera y su colega y compatriota Fredy Bareiro, del club Estudiantes Tecos, fueron amenazados a través de una llamada telefónica.

En el país azteca, también se registró un hecho polémico el 24 de enero del año pasado. La madrugada de ese día, el también paraguayo Salvador Cabañas recibió un disparo en la cabeza.

Cabañas aún tiene alojada la bala en la cabeza, pero se entrena en el Libertad, de Paraguay, con la ilusión de volver a las canchas.

Este caso no es el único. En México y en los países sudamericanos, los futbolistas también están expuestos a la violencia.

Los atentados a futbolistas tomaron fuerza en los noventa. Los hechos violentos empezaron a impactar desde el asesinato al colombiano Andrés Escobar, quien falleció a manos de un pistolero el 2 de julio en 1994.

Escobar jugó el Mundial de Estados Unidos de 1994 e hizo un autogol. El zaguero central retornó a su país y pidió vacaciones en su club, Atlético Nacional. Dos días, después Humberto Muñoz Castro le reclamó por el autogol. El defensa respondió, pero recibió 6 disparos.

En Colombia, también se registró el asesinato al delantero Albeiro Usuriaga el 12 de febrero de 2004. El ‘Palomo’, quien jugó en Barcelona, de Guayaquil, fue abaleado 13 veces. Esto ocurrió mientras el jugador estaba en un negocio de juegos y azar, en Cali.

Los hechos violentos también se han registrado en los últimos años. El último caso llamativo ocurrió el 13 de diciembre de 2009, cuando el defensa Arnold Palacios, del Deportivo Pereira, sufrió cortaduras en el rostro. Esto pasó luego de que el autobús en el que viajaba su equipo fuera atacado por fanáticos del Independiente Medellín.

Un hecho similar se registró en abril de 2009 cuando un bus de Deportivo Cali fue atacado por hinchas de Millonarios. Por ello, el defensa Juan Guillermo Domínguez por poco pierde un ojo.

En Brasil, país pentacampeón mundial de fútbol, también se han presentado agresiones. La última se registró a finales de noviembre pasado cuando el delantero Vagner Love, entonces en el Palmeiras, fue agredido a la salida de un banco por tres miembros de una barra brava.

Un año antes, en Río de Janeiro, un grupo de hinchas, también del Palmeiras, golpeó al técnico Vanderlei Luxemburgo.

Al técnico Emerson Leao, del Santos, también lo agredieron hinchas, en septiembre del 2008. Los seguidores del equipo estaban inconformes con el DT.

En Guatemala, Panamá, Honduras, Bolivia y Argentina también han aparecido casos.

En Panamá, por ejemplo, fueron asesinados los futbolistas Rolando Dorbs Planes y Abdul Karin Galván Ruiz. En Guatemala, el mediocampista Pablo Villatoro, del club Municipal, fue asesinado en el 2007.

Los futbolistas también han afrontado accidentes como el caso del delantero ecuatoriano Otilino Tenorio, quien murió en un choque en su auto el 7 de mayo del 2005. Asimismo, el goleador paraguayo Derlis Florentín falleció luego de un choque, el año pasado, en su país.

En algunos casos, se identificaron a los asesinos luego de varios años. Así pasó con William Alzate Varela, quien fue deportado a Colombia desde España recién el año pasado. Es decir, seis años después de su muerte.

Los culpables del atentado a Cabañas todavía no han sido identificados por la Policía.