Llegó el día, la fecha del doloroso debut en la primera B Nacional del fútbol argentino. River está en la estación cabecera, desde donde emprenderá una nueva y misteriosa historia.
Es el tiempo de desandar con hidalguía un espinoso y extenso camino, el punto de arranque para recuperar el prestigio dilapidado en las últimas campañas y rescatar deportivamente a una institución devastada. Con la obligación de ascender, de borrar una mancha que igualmente lo acompañará de por vida, River pone en marcha la ilusión y se llena de esperanza.
El Monumental, el escenario en el que el club escribió el capítulo más triste de sus 110 años, cobijará el partido inicial con Chacarita, un rival de jerarquía, que domina la categoría y se preparó para ser animador de un recategorizado campeonato.
Los estrenos, en ocasiones, ofrecen inconvenientes, desajustes de última hora, contratiempos que obligan a retocar estructuras, modificar piezas. Y River no es ajeno a estos accidentes: en la práctica de ayer, el arquero Daniel Vega sufrió un golpe en el hombro derecho y quedó marginado del equipo. Como en el comienzo del Clausura pasado, cuando Juan Pablo Carrizo padeció una lesión ligamentaria en el tobillo izquierdo durante la pretemporada, la responsabilidad recaerá en el juvenil Leandro Chichizola.
Muchas caras nuevas, aunque algunas están notoriamente identificadas con River, presentará el técnico Matías Almeyda, el caudillo que se quitó los pantalones cortos y, como el club, empieza un nuevo ciclo. El Pelado es el líder técnico y táctico, el estratego. Y dejó su sello en la elección de sus soldados para la primera función. Sorprendió con la inclusión del defensor Luciano Abecasis y el volante Lucas Ocampos, dos juveniles que harán su presentación en primera. El lateral, que hizo las inferiores en Central y se incorporó hace un año, tomó impulso en la prueba con San Telmo y se favoreció con la falta de aptitud física de Luciano Vella; el zurdo mediocampista, de apenas 17 años, fue convocado para desarrollar la pretemporada en Chapadmalal y ahí cautivó al entrenador. La ausencia del tucumano Roberto Pereyra y el hecho de que todavía no se haya sumado al grupo el venezolano César González le abrieron un espacio.
Ellos deberán tener el respaldo y la contención de aquellos que conocen de las duras batallas, que recorrieron el mundo derrochando talento y goles, y que regresaron con el firme propósito de rescatar a River, justamente el club que los lanzó al estrellato. Así, el liderazgo y también el desequilibrio recaerán en la fórmula de ataque que componen el capitán Cavenaghi y el Chori Domínguez. Nombres rutilantes, de jerarquía, que, como todos en River, tienen que adaptarse a la categoría. Son conscientes de que el reconocimiento debe ser rápido, porque quedó demostrado en las últimas campañas que la B Nacional no reconoce candidatos ni favoritos.
Para completar el nuevo armazón, el despliegue del uruguayo Sánchez, la combatividad de Martín Aguirre y la experiencia de Agustín Alayes cierran la armadura, que reconoce a Juan Manuel Díaz y a Maidana como los únicos sobrevivientes de la debacle.
El 19 de julio de 1986 se jugó el primer partido de la B Nacional. Resultó una fecha histórica, pero quedará opacada por el día de hoy, jornada en la que River hará su debut.