Los hijos de cuatro futbolistas siguen el ejemplo de sus padres bajo un lema: lo que se hereda, no se hurta. De sus progenitores heredaron el amor por una pelota y, además, el fútbol como su principal profesión.
Los Hurtado, Diego, de 17 años, y Patricio, de 42; los Cevallos: ‘Pepe Pancho’, de 41, y Júnior, de 17; y, los Samaniego; Danilo (47) y Daniel (25), son tres historias que se escriben en Quito. En Guayaquil el clan Gavica (José, de 43 años, y Gilmar, de 19) exhiben un caso similar de ‘genética’.
La formación de los chicos ha sido diferente a las de sus padres. Con un fútbol más competitivo y como un negocio rentable en la actualidad, las dinastías familiares dentro del fútbol se reactivaron con el aparecimiento de nuevos juveniles, que aún son talentos de proyección y, en el caso de Samaniego, ya de consolidación.
De los cuatro casos, en la familia Hurtado hay una particularidad. Ambos son delanteros de oficio y su fisonomía es muy parecida. En cambio, con los futbolistas Cevallos y Samaniego, actualmente, los hijos son jugadores que encontraron su puesto en un lugar de la cancha muy diferente. Guiados por los consejos de sus padres, los jóvenes tratan de mantener la semilla del apellido dentro del fútbol. Aquí sus historias.
La estampa goleadora de los Hurtado en filas de LDU
Es el vivo retrato del padre. El semblante de Diego Hurtado, delantero juvenil de Liga de Quito, es exacto al de su padre, Patricio ‘Patogol’ Hurtado. La estampa del delantero Hurtado (padre) nacido en Píllaro (Tungurahua), está en vigencia otra vez.
Hurtado papá, quien anotó 69 goles en Liga y pasó por la Tricolor, se ganó el cariño de la hinchada alba con sus goles, aunque entró al profesionalismo con la camiseta de El Nacional, a los 18 años.
La semilla goleadora de Hurtado se reactivó con su hijo Diego, quien anotó su primer gol con la camiseta de Liga en el equipo de primera, hace 15 días, en el partido de presentación.
Diego cumplirá 17 años el próximo 29 de junio. Ha pasado por las divisiones formativas de la ‘U’.
Alfredo Encalada, entrenador que dirigió a Hurtado padre, detalla que hay muchas cualidades parecidas entre ambos.
“Se parecen en sus características físicas, en el biotipo, los movimientos dentro de la cancha. No hay mayores diferencias. Los dos son fuertes”, dice Encalada.
El primer tanto de Hurtado -hijo- fue con un sello auténtico de su padre: gol de cabeza. Aunque de contextura más delgada que su padre, Diego estuvo en la Sub 12 hasta la 16.
La vinculación de Hurtado se dio por intermedio de José Romanelli, un cazatalentos albo. Él fue quien alertó de las cualidades del jugador cuando lo miró en la Liga El Morán, al norte de Quito.
Padre e hijo hicieron las formativas en Liga de Quito
A Daniel ‘Chupete’ Samaniego no solo le quedó el mote de su padre, a quien en Liga de Quito bautizaron como ‘Chupetín’, a inicios de los ochenta.
Al habilidoso volante creativo del Independiente José Terán también le quedó el dominio del balón y, sobre todo, la pasión por el fútbol. Ambos realizaron las divisiones formativas en LDU, pero solo el padre debutó en ese equipo. El ‘Negro’, como también se le conoce al ex lateral, debutó en primera en 1982. Tenía 17 años y saltó a la cancha por disposición de Ramiro Tobar, ex jugador albo que dirigió al club azucena.
Daniel debutó a los 19 años en la Universidad Católica, en la Serie B. Jugó en las formativas albas hasta los 18 años, pero no tuvo chance de llegar a la profesional. Lo hizo como ‘ camaratta’ en la oncena del brasileño Paulo Massa en el 2006. Luego, también pasó por el Imbabura y desde el 2008 está en el club de Sangolquí.
Gabriel Yépez, ex jugador del Deportivo Quito en los ochenta, los conoce. Al padre lo enfrentó y al hijo lo tiene cerca, ahora que está vinculado como entrenador en las reservas del Independiente. De Danilo, Yépez recuerda su técnica y el buen manejo de las coberturas. Del hijo, destaca la astucia para realizar pases de gol.
“Es más rápido, hábil y técnico que yo. Maneja las dos piernas y tiene una gran visión de juego. Aún debe mejorar en aspectos físicos y encarar más”, asegura el padre, orgulloso de su hijo.
Cevallos hijo no se colocó los guantes de su padre
La dinastía futbolera de los Cevallos mantiene sus raíces. José Francisco Cevallos Enríquez, identificado en Liga de Quito como ‘Júnior’, de 17 años, juega como volante ofensivo.
Él es la huella juvenil de dos figuras que destacaron en el balompié nacional. El primero, su padre, José Francisco, o ‘Pepe Pancho’ Cevallos, ahora ministro de Deportes; y, el segundo, su tío Álex Cevallos, ex golero del 9 de Octubre, Filanbanco, Emelec, El Nacional y de la Selección.
Ambos, en su tiempo, fueron arqueros, a diferencia del ‘Júnior’ de la ‘U’, que siempre prefirió ser jugador de campo.
Formado en las barriales y nacido en Guayaquil, Cevallos hijo llegó a la Sub 14 de Liga en el 2008. Allí jugó 13 partidos. El siguiente año fue su mejor temporada, estuvo presente en 30 partidos. Walter Fiori, DT de las divisiones formativas de Liga, cuenta que el juvenil siempre mostró vocación y gusto por el fútbol.
Cuando Cevallos padre se retiró del fútbol, en el 2011, ambos jugaron juntos en la despedida. “Le ayudó bastante el estar detrás del arco cuando su padre estaba activo. Aprendió mucho”, dice Fiori. Ambos no pudieron lograr algo: jugar juntos un cotejo oficial.
La cosecha de logros de Cevallos presiona al menor del clan, pero ya hay frutos. Las ‘manos del Ecuador’ fue figura de la Tricolor en la eliminatoria rumbo a la Copa del Mundo de Japón-Corea 2002; 10 años después su hijo marcó los goles para que el combinado Sub 17 vaya al Mundial.