Los jóvenes futbolistas evaden la ley por la presión de algunos dirigentes

En la playa Las Palmas, de Esmeraldas. Los jugadores de la escuela de Unión Deportiva Juvenil se entrenan todos los días, a las 08:00.

En la playa Las Palmas, de Esmeraldas. Los jugadores de la escuela de Unión Deportiva Juvenil se entrenan todos los días, a las 08:00.

Carlos Arroyo reúne las características que buscan los cazatalentos de futbolistas en Esmeraldas: es hábil con el balón, joven (16 años) y, sobre todo, tiene una gran corpulencia física. Mide 1,90 metros, pesa 80 kilos y utiliza zapatos de talla 45.

Los archivos electrónicos del Registro Civil confirman que cumplirá 17 años el 8 de febrero. Pero él, por su físico, podría jugar fácilmente con mayores de edad. Por eso, hace seis meses, le impresionó a Alejandro Benítez, entrenador de la escuela de fútbol de Unión Deportiva Juvenil.La primera vez que el técnico lo vio fue en septiembre del 2010, en la cancha de tierra de La Tolita, al sur de Esmeraldas, provincia donde nació Ángel Cheme, suspendido por la Ecuafútbol por adulteración de identidad. La justicia aún indaga el caso.

Arroyo llegó a la cancha para probarse y el entrenador Benítez no dudó. Averiguó su edad y lo reclutó. Luego, obtuvo un certificado de sus padres y ahora es su agente y representante legal.

En Esmeraldas, la provincia que más provee de jugadores al fútbol profesional ecuatoriano, prospectos como Arroyo abundan. En las calles de los sectores humildes Codesa, San Rafael, América, Tiwinza y La Isla, jóvenes y adultos se reúnen por las tardes y cierran las vías para jugar. Eso lo constató este Diario en un recorrido el 5 de enero. En las mañanas, acuden a la playa Las Palmas, juegan descalzos y buscan seducir a los técnicos.

Por eso, para los entrenadores no es difícil hallar jóvenes habilidosos. Pero los técnicos, como advierte Benítez, se inclinan por los que sobresalen por su musculatura. El físico del jugador puede marcar la diferencia entre ser aceptado o rechazado en las pruebas de los clubes de Quito, Guayaquil, Cuenca o Ambato.

Pero la corpulencia oculta un problema, advierte Miguel Banguera, ex futbolista profesional y entrenador de la escuela de fútbol Carabalí-Tenorio. “El físico se ha vuelto importante.Por eso, los directivos ambiciosos sugieren a los jugadores que se rebajen la edad para ser admitidos ”.

La denuncia del técnico la repiten los formadores de juveniles, que entrenan en las Palmas o futbolistas como el arquero Alan Velazco, quien fue compañero de Cheme, en el club Olmedo. El golero reside en un barrio del centro de Esmeraldas, junto al estadio Folke Anderson.No obstante, ni en la Fiscalía de la provincia ni en la Asociación de Fútbol de Esmeraldas (AFE) existen investigaciones de falsificación de identidades relacionadas con el fútbol.

Fundación Amiga, que en el 2008 realizó un estudio socioeconómico de jóvenes de esta zona, tiene una explicación. Moisés Palma, director de proyectos de la organización, argumenta que jugadores como Cheme o Domínguez (suspendido por la Ecuafútbol por jugar con documentación adulterada en el 2007), han sufrido estos problemas por sugerencia de empresarios y por la falta de recursos.

Arroyo es uno de los jóvenes con carencias económicas. Él tiene cuatro hermanos (dos mujeres mayores y dos hombres menores) y, junto a su madre Verónica Reascos, trabaja para proveer recursos a la familia.

Él vive en una vivienda de 35 metros cuadrados en el bloque 1 del barrio Casa Bonita, un sector en el cual no hay calles asfaltadas. Ahí, reside con sus hermanos, su abuelo y su madre. Su padre los visita cada mes, cuando su trabajo en la Amazonía se lo permite.

Reascos trabaja en un ‘pollero’ (un restaurante de pollos asados) en la vía a Atacames y percibe USD 10 diarios. Su hijo también se da modos para aportar con dinero. En las mañanas, a las 07:00, toma un bus para trasladarse a la Playa, donde se entrena en la escuela de Unión Deportiva Juvenil. El recorrido tarda 45 minutos y la práctica, dos horas.

Luego, al mediodía, regresa a su hogar. Después, acude a una vulcanizadora para cambiar llantas de autos. Ahí, trabaja entre las 14:00 y 20:00 y su sueldo depende de los clientes diarios que consiga. En los mejores días puede ganar hasta USD 10.

Arroyo estudió el año pasado en el Colegio Mariscal Antonio José de Sucre y planea seguir en la institución. Pero asegura que si encuentra un club, podría dejar sus estudios. Eso pese a las advertencias de su madre.

David Mina, de 16 años, también tiene talento para jugar fútbol. Pero a diferencia de Arroyo, se ha criado en un entorno familiar inestable porque sus padres se separaron. Por ello, desde hace un año, vive en el hogar de Aurora Suárez, una mujer que hace las veces de su progenitora.

Antes, Mina vivía en Tiwinza, un sector donde la Policía ha identificado a pandillas. “El sitio era muy peligroso y no se podía dormir con tranquilidad. Cada mes aparecía, por lo menos, un muerto por acá”, relata el esmeraldeño en la vivienda de Aurora Suárez, donde reside con cuatro personas más y donde la humedad del calor pega fuerte.

Por eso, buscó ayuda y encontró a Suárez y al DT Benítez, quien lo llevó a la escuela de Unión Deportiva Juvenil y lo alejó de las pandillas. Este mes, sin embargo, el jugador faltó a las prácticas. Pero el técnico confía en que volverá porque este deporte la ayudará a hallar un mejor estilo de vida.

Sin embargo, los jugadores consultados están convencidos de que mejorarán si se incorporan a un equipo de otra provincia. En Esmeraldas, las escuelas de fútbol no pagan sueldos o entregan ayuda económica.

Por eso, ellos prefieren emigrar a Quito. En la provincia donde nacieron Iván Hurtado, Carlos Tenorio y Segundo Castillo no hay clubes en la Serie A y B. Brasilia jugó en la Serie B, en el 2007. Esmeraldas Petrolero también estuvo en la B, en el 2005, pero fue suspendido por deudas. Así lo revela Omar Estupiñán, presidente de la Asociación de Fútbol de Esmeraldas (AFE).

Hoy, en Esmeraldas, existen 14 clubes en la Segunda categoría, que agrupan a 500 futbolistas, según los registros de la AFE. Estupiñán justifica que el control de las edades de esos jugadores no le corresponde a su organismo.

La AFE, al igual que las asociaciones de fútbol, reciben las partidas de nacimiento del jugador, la copia de su cédula, un certificado del club, las copias de cédulas de los padres y una ficha. Estos documentos se envían a la Ecuafútbol, que valida los papeles.

Estupiñán insiste en que un control efectivo de los jugadores debe realizarse en el Registro Civil, donde se entregan las partidas de nacimiento y las cédulas (ver nota compartida). También advierte que si la Ecuafútbol tuviera un sistema electrónico conectado a las asociaciones se evitaría el problema.

Los clubes tampoco realizan controles documentales. Por eso, es común encontrar errores en las fichas. Por ejemplo, en el caso de Arroyo su segundo apellido es Reascos y así aparece en los archivos del Registro Civil. Pero en los archivos de Unión Deportiva Juvenil aparece como Reasco. Él le prometió a su madre que el fútbol los sacaría de la pobreza.

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