El estadio Atahualpa vibró con el parejo encuentro entre Liga de Quito y El Nacional. Sus gradas se pintaron con los colores rojo y blanco. En el graderío ambas hinchadas alentaron a sus equipos durante los 90 minutos.
Una parte de la afición alba tuvo un inconveniente con la Policía tras lanzar una llanta a la parte inferior de los graderíos. Por ello, el segundo tiempo tardó dos minutos en empezarse a jugar.
Cuando Jaime Kaviedes ingresó al campo de juego, la afición criolla llenó de aplausos ensordecedores el estadio y cada vez que el delantero tomó el balón, gritó en señal de apoyo.
La alegría continuó hasta que el albo Lucas Acosta marcó el 3-2. Entonces, el júbilo rojo se apagó, pero el estadio guardó un espectáculo de fútbol en su historia.