El defensa Franklin Guerra muestra algunas de sus medallas en su época de atleta estudiantil. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
La vida del zaguero de El Nacional, Franklin Guerra es una suma de revanchas y determinaciones. Cuando tenía nueve años, le diagnosticaron cáncer a los ganglios.
Llegó a someterse a sesiones de quimioterapia que le hicieron perder cabello. Una nueva evaluación en Solca determinó que el primer diagnóstico, realizado en otra institución médica, fue errado.
Desde este episodio, buscó trascender en el atletismo y el fútbol, acompañado de la disciplina militar. En su etapa estudiantil, fue campeón en los 100 y 200 metros lisos, salto largo, salto triple, salto alto y postas.
En el Colegio Militar, gustaba de practicar tiro olímpico y competir en las pruebas de ‘cadete de acero’, donde se debe armar un fusil, navegar con brújula, correr 1 000 metros en la pista, avanzar en cuerdas, hacer ejercicios en una barra, nadar con el uniforme y la maleta, y terminar armando una carpa.
En su domicilio, existe un amplio espacio donde exhibe los trofeos y medallas de todos sus éxitos deportivos. La Escuela Militar, incluso, llegó a ofrecerle una beca completa para que sea un oficial del Ejército gracias a sus marcas deportivas. Franklin se inclinó por el fútbol, por una promesa personal.
“Tenía que cumplir el sueño de mi padre, quería que sea futbolista profesional. Cuando marqué mi primer gol (6 de marzo de 2016), se lo dediqué a él entre lágrimas”, relató. Su progenitor falleció un mes antes de que Franklin finalizara sus estudios secundarios.
En Portoviejo, donde nació, es más conocido como ‘Yiyio’. En esta ciudad inició su camino en el fútbol de la mano de Carlos Julio Cárdenas, cuando tenía ocho años.
Luego de coronarse campeón con la selección de Manabí, pasó a las formativas de Liga de Portoviejo, donde permaneció hasta los 14 años. Decidió migrar a Quito y enrolarse a El Nacional.
Guerra, quien en seis días cumplirá 24 años, señala que no le gusta tatuarse ni ponerse aretes y prefiere el look de cadete. Dijo que el día que más sufrió en filas criollas, fue el 2 de diciembre del 2012, cuando disputaron la permanencia en la Serie A con Técnico Universitario. “Teníamos miedo de descender. Estuve muy nervioso en la banca. Al final celebramos la victoria”.
Aunque lleva ocho temporadas con los criollos, hay un año que no olvida. “En el 2013 llegaron a debernos ocho meses de sueldo. No teníamos para comer”.