Con un cerrojo triunfal finalizó el primer festejo del abono en la Plaza Santamaría de Bogotá. La terna se fue a hombros en loor de gloria torera. Foto: tomada de aplausos.es
Con la salida a hombros por la puerta grande culminó la primera de las tres corridas de este año en la Plaza de Toros Santamaría de Bogotá, en el epílogo de la temporada colombiana con figuras del toreo.
Julián López, ‘El Juli’, Luis Bolívar y Andrés Roca Rey se repartieron seis orejas. Se lidiaron toros de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo, desiguales de presentación. El quinto se movió en los medios y plantó cara. El cuarto fue noble. Los demás, con tendencia a rajarse.
Y qué mejor marco que el de una plaza llena, hasta las banderas, muestra viva de la que la fiesta brava tiene audiencia en la capital colombiana.
El festejo, sin consumo de licor en los tendidos, por decisión del Alcalde, encontró en las manos doctas de los alternantes la fórmula del éxito. No solo para alcanzar el triunfo sino para empujar lo que fue un discreto encierro de Juan Bernardo Caicedo, al que le faltó bravura.
Fue así como entre la falta de fuerza, algún aparente problema en los cuartos delanteros y los kilos de más, el primero de la tarde se marchó en medio del anonimato y de la bronca. Julián López, ‘El Juli’, quiso pero no había de dónde.
En cambio, el segundo de la dehesa de Juan Bernardo Caicedo tuvo fuelle para ponerse a las órdenes del capote templado de Luis Bolívar. Luego de pelear en el caballo, mostró arrestos en la muleta, aunque solo sobre el pitón derecho, en donde el diestro colombiano pudo mostrar temple y mando. A la hora del pitón izquierdo las cosas cambiaron de manera diametral y el animal se puso a la defensiva. Oreja sin mayor eco.
El que embistió a fondo, y con bravura, fue Andrés Roca Rey, encastado y sin regalarse nada en el tercero de la corrida, un manso que vio a su lidiador convertido en amo y señor del ruedo de la Santamaría. Ahí, en los bajos del tendido, el peruano enseñó las razones de ser primerísima figura, más allá de las pobres condiciones de su enemigo. Espadazo y puerta grande por adelantado, la cuarta seguida en este albero.
Por supuesto, la respuesta de ‘El Juli’ no iba a dar esperas. El madrileño enseñó su poder en todos los tercios ante un toro que tuvo la cualidad de moverse y ser noble. La lentitud y el sitio se juntaron para dibujar momentos de arte, complemento ideal al mando que impuso el torero español, sin despeinarse. Una espada con su sello particular trajo como premio las dos orejas justas.
El quinto sacó la cara por la divisa del ganadero y empresario. Plantó cara en los medios y allí obligó a Luis Bolívar a sacar lo mejor de su repertorio. La mano derecha encontró mejor respuesta en ese pitón. Por el izquierdo no hubo química y la faena fue de más a menos. Oreja y palmas al toro en el arrastre.
Y la versión de Roca Rey hecho enjundia debió brotar en el cierre, para rescatar a un ejemplar rajado, con el que se vio obligado a entenderse en los adentros. Hubo cogida sin consecuencias. Palmas.
La ficha del festejo:
‘El Juli’ (azul marino y oro): media suficiente, silencio. Espada entera y dos orejas.
Luis Bolívar (azabache y oro): espada desprendida y oreja. Espada tendida y oreja.
Andrés Roca Rey (azul pavo y oro): espadazo y dos orejas. Pinchazo, entera y palmas.
La temporada que organiza el empresario y ganadero Juan Bernardo Caicedo continuará el domingo, con una corrida del hierro de Mondoñedo.
El domingo 17, el turno será para el hierro de Mondoñedo, legendaria dehesa de la familia Sanz de Santamaría.
El ciclo se cerrará el 24 de febrero, con una corrida goyesca de la dehesa de Ernesto Gutiérrez Arango, para el español Enrique Ponce, el francés Sebastián Castella y el colombiano Ramsés Ruiz.