Soberbia verónica del francés Sebastián Castella, en su tarde redonda en Bogotá. Foto: EFE
El torero francés Sebastián Castella llegó a Bogotá y triunfó con honores y sorpresa. Cortó una oreja y se dejó los trofeos en otra faena sublime.
Se lidió un encierro de poca presencia de Ernesto Gutiérrez con variado juego. Más de tres cuartos de los tendidos dieron la bienvenida a la nueva empresa: Casa Toreros.
El torero francés, que ya estaba anunciado en la última corrida del serial, fue a reemplazar a Roca Rey, quien aquejado de una enfermedad intestinal cortó sus compromisos en Bogotá y todos los restantes de México hasta verse plenamente restablecido.
Con Castella compartieron el cartel inaugural de esta temporada Morante de la Puebla y Luis Miguel Castrillón. Pitado Morante y silenciado Castrillón, ninguno con material propicio.
El portal Aplausos.es dijo: ‘Castella se adueña de la Santamaría’. Mientras, Alberto Lopera, ‘Loperita’ destaca en el título de Mundotoro: ‘Castella: faena de videoteca sin espada’
Guillermo Rodríguez en el portal Tendido 7 Caracol reseñó así la actuación del francés: “Se llevó el lote. Desandó el paseíllo con una sola oreja, una merecida vuelta al ruedo con el público en pie tras pinchar una obra de arte en su segundo y en su primero donde manejó las alturas de manera excepcional con un toro que galopaba y era pronto dejó momentos armónicos con esa clase del toro. ‘Filibustero’ no tuvo buen final pues terminó gazapeando. Estoconazo que cayó bajo. Una oreja”.
“Lo de su segundo es de una belleza, de un conjunto de lances y pases donde corrió la mano con generosidad, la bajó cuando fue necesario, llevó al gran toro ‘Adinerado’ el mejor con diferencia de esta contradictoria tarde, con cadencia, ritmo y era una auténtica sinfonía de toreo con ese ejemplar que echaba el morro abajo (untado de arena), y obedecía que era una dicha la construcción de ese monumento a lo soñado del torero francés. Eso, sí, todo hay que decirlo, al toro le faltó esa chispita, esa alegría que al final genera esa contenida emoción en el espectador. Como está toreando de bien Castella, como entiende al toro, como sabe pulsar y tensar las cuerdas de su alma para transmitirnos ese bien hacer. Y no eran solo pases y lances sino registros de un amplia gama de repertorio. Lentitud, reitero, cadencia, despaciosidad. Pero ese cuadro reluciente de colores y contenido se estrelló contra la evidencia. Se precipitó y en los medios pinchó… Se esfumó la puerta grande.
Los tres toreros abandonaron la plaza a pie, pero la ovación quedó en la espuerta del artista nacido en Béziers.
Castella anda por Colombia, con esplendor. Varias crónicas resaltan que es un Castella renovado, inspirado, de una frescura que admira.