Andrés Roca Rey conquista por segunda vez la salida a hombros de Las Ventas y se consagra como gran figura. EFE
El matador de toros peruano Andrés Roca Rey subió a la cumbre como figura del toreo.
Tras varios años de triunfos a golpe cantado conquistando las plazas y ferias más importantes del mundo, ayer logró la gloria que todos ansían.
Una puerta grande de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Consenso total: ¡Un faenón! Superación del dolor de la cornada del primer toro. Quietud, sentido del temple, distancias, manos bajas y una tarde para constar en los anales de la fiesta contemporánea.
La Feria de San Isidro mostró este 22 de mayo del 2019 otro llenazo. Cartel de no hay billetes y el sentido de esa competencia que ha avivado la llama de la afición en todos los tiempos.
Las figuras de época, los artistas consagrados y el nuevo argumento de los que nacieron para triunfar se expresaron con nitidez en la puesta en escena de otro torero sudamericano que alcanza la cumbre.
Como en los años 90 del siglo pasado lo hiciera el maestro César Rincón, desde Colombia, este ciclón peruano ya viene pisando firme y obligando a poner las barbas en remojo a lo más granado del escalafón y a quienes durante dos décadas han escrito historia grande.
Momento del saludo capotero de Roca Rey en el tercer toro, que perforó la taleguilla y enseguida infirió cornada. EFE
Sevilla mostró a un consagrado Juli, el arte de Morante de la Puebla y el aire fresco del sur de Pablo Aguado. Pero nadie olvidará que desde 1971 no se pedía un rabo en la plaza de la Maestranza, como sucedió con Andrés Roca Rey.
Pocos días después fue la capital de España testigo del momento del torero limeño.
Forzado por la presión de ser la figura que llena las plazas salió a jugarse desde el primer lance de capa. Una espeluznante voltereta le rompió el traje y le infirió una herida. Visiblemente dolorido hizo una faena de entrega que no logró rematar con la espada.
Pero en el segundo, una vez intervenido quirúrgicamente en los servicios médicos de la plaza se vio la fuerza de una figura que irrumpe y viene a quedarse con el cetro.
Gran faena de Roca Rey, escultóricos remates con medias verónicas de capa; con la muleta vibrante inicio con sus ya clásicos cambiados por la espalda y una lección de temple, manos bajas y quietud conmovedora. Las bernadinas finales fueron preámbulo a una estocada de Rey para desorejar por partida doble a un toro que en el último tercio de la lidia se decantó como bravo, fijo, repetidor, humillando en cada pase.
La corrida del hierro de Parladé tuvo variedad e interés. Con el gran trapío que exige Madrid brillaron por su juego el segundo y sexto de la tarde, aplaudidos en el arrastre. Casta, problemas y diversidad de juego y pelaje mostraron los toros, argumento de la tarde.
Manuel de Jesús ‘El Cid’ se despidió del público de la Villa y Corte con dos faenas de suavidad y temple. Buen gusto y torería frente la embestida noble de su lote y el fallo con la espada dejó el adiós en una ovación de cierre para el recuerdo.
López Simón contó con el bravo y noble tercero -el mejor de la tarde- y estuvo voluntarioso y con algunos pasajes de brillo superados por la clase del toro. Gran estocada y oreja. En su segundo, un arrimón.
Roca Rey, anunciado ya para Latacunga, ayer se situó en lo más alto del podio del toreo.