Iván Enderica (der.) se entrenó en la piscina olímpica de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Durante 21 días, el nadador Iván Enderica Ochoa dormirá en la hostería Dos Chorreras del sector de El Cajas, ubicada a
3 450 metros sobre el nivel del mar. Su objetivo es elevar los niveles de hemoglobina con miras a los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, Brasil.
En el día se entrena a doble jornada, en la piscina olímpica de El Batán y en el gimnasio de la Federación Deportiva del Azuay. Tras la sesión matutina descansa y almuerza en su hogar. Por la tarde, luego de la segunda práctica (18:00), se traslada a El Cajas, localizada a 45 minutos de la capital azuaya.
Según Gabriel Enderica, hermano y entrenador de Iván, inicialmente se estableció 21 días, a partir del domingo 3 de julio. Sin embargo, si los análisis médicos determinan una mejoría en su rendimiento, la idea es cumplir con ese proceso por tres semanas más.
El seleccionado nacional se muestra satisfecho tras sus dos primeras noches de alojarse en El Cajas. “Allí me sirven la cena, descanso un momento y voy a dormir. Al siguiente día, a las 05:30, me sirvo el desayuno y 20 minutos después salgo de la hostería con destino a la piscina olímpica de Cuenca“.
El propósito de dormir en temperaturas bajas es elevar los niveles de hemoglobina, cuya función es transportar el oxígeno de los pulmones a las diferentes partes del cuerpo.
Lo que se pretende, asegura el estratega, “es llegar al límite para que Iván responda de la mejor manera en Río“. El doble campeón de los Juegos Sudamericanos 2010, en 5 y 10 km, competirá el 16 de agosto en 10 km de aguas abiertas, a las 06:00 de Ecuador.
Para buscar un mejor rendimiento también se hacen controles diarios de peso. El pasado 15 de mayo, por ejemplo, viajó al concentrado de España con 84, 5 kilos y en la actualidad pesa 80 kilos. La idea es mantenerlo en ese peso hasta su participación olímpica.
El nadador de 24 años reconoce que su debilidad son los chocolates, las tortas, las pizzas… pero hará cualquier sacrificio con la meta de obtener un excelente resultado en Brasil. Su alimentación, preparada por su madre, Janeth Ochoa, tiene un control estricto.
Debido a ese trabajo meticuloso, el braceador cuencano bajó su índice de grasa corporal del 12.6% al 10.5%. El reto es que vaya a Río de Janeiro con el 10% de porcentaje de grasa. Otro desafío es manejar un ritmo de competencia entre 26 y 27 pulsaciones en 10 segundos.
Por su grasa corporal, es el mejor nadador ecuatoriano para aguas frías. En Setúbal, Portugal, el 12 de junio, ganó medalla de bronce en el Preolímpico de Aguas Abiertas y se clasificó a Río de Janeiro. Este su máximo logro en su carrera.
Hace 11 meses, Enderica dejó de entrenarse con el cubano David Martínez para hacerlo con su hermano mayor. Desde entonces se trabajó más en la parte psicológica. El entrenador ecuatoriano cuenta que “se demostró que sus velocidades no eran reales, que podía mejorar, se hicieron algunas pruebas y chequeos”.
En las repeticiones de 100 metros, que se realizan en la piscina olímpica de Cuenca, en los últimos meses ha mejorado tres segundos. El objetivo es bajar un segundo más para llegar en el máximo nivel antes de sus segundas olimpiadas, en donde anhela llegar entre los 10 mejores. Hace cuatro años, en Londres, se ubicó 21 en los 10 km.
La sanción de un año impuesta por la Federación Internacional de Natación, por dar positivo en una prueba de control antidoping, le dejó fuera de toda competencia. Reapareció en marzo del 2015 y desde ese mes se alistó para alcanzar el pasaporte olímpico.
Le resultó un año complicado, porque se entrenó como siempre, pero sin ningún reto cercano, como son las competencias internacionales. “Bajé mi rendimiento deportivo y anímico, subí de peso (195 libras), fueron mis peores momentos como nadador“.
Enderica empezó a destacarse a los 15 años, en las pruebas de piscina, cuando se estrenó a escala internacional con una medalla de oro en la Copa del Pacífico de Chile, en los
400 metros combinados. Luego obtuvo medallas de oro en los sudamericanos y en los Juegos Sudamericanos.
Por sus constantes viajes al exterior, este año aplazó sus estudios superiores. Tiene aprobado hasta el séptimo ciclo de Administración de Empresas. Recibe una beca como premio a sus éxitos.