En las apelmazadas calles de la capital de Tailandia si algo destaca entre su legendario atasco, es la flota de taxis de llamativos colores que aporta ese toque desenfadado que contribuye a que el caos urbano tenga un tinte carnavalesco.
Cerca de 70 000 taxis pintados de color fucsia o de diferentes tonos verdes, amarillos, azules, rojos, morados o naranjas, recorren las avenidas y callejuelas de Bangkok compitiendo por un espacio con otros cientos de miles de vehículos particulares de cuatro ruedas, de tres o de dos que hacen que el tráfico sea diabólico.
“Hay más de 100 000 licencias de taxi registradas en toda la ciudad, de las que unas 70 000 están operativas”, indica a la agencia EFE Pongsak Mattaya, quien desde hace unos 15 años se gana la vida conduciendo uno de estos autos de servicio público.
Cuando Bangkok tuvo su primer taxi, en 1924, el principal medio de transporte público era el tradicional ‘samlor’ o triciclo con un compartimento para el pasajero, y todavía su uso continuó siendo marginal hasta finales de la década de los sesenta del pasado siglo, cuando empezó a desplazar al ‘tuk-tuk’, el otrora popular motocarro convertido ahora en símbolo de la urbe y atracción turística.
“Los colores de los taxis distinguen las diferentes compañías existentes o si es propiedad del conductor”, explica Sabai Wanghom al volante de un taxi pintado de verde y amarillo, colores que indican que el vehículo es propiedad de un autónomo.
Al igual que en otras muchas ciudades de otros países, también en Bangkok, una ciudad con cerca de 10 millones de personas, conducir un taxi conlleva riesgos. Por tal motivo, las autoridades de Turismo y las compañías de este sector llevan ahora iniciativas para mejorar la imagen del gremio.
“Nuestra compañía nos está facilitando clases y libros para aprender inglés básico y así ofrecer un mejor servicio a los turistas extranjeros”, asegura Thanet Leelaporn. El gasto medio de una carrera en Bangkok ronda los USD 2.
Fuente: EFE