Betsabé Goyes festeja sobre el aro, después de ganar el colegial con el Marqués de Selva Alegre. Foto: Archivo personal
El origen del nombre Betsabé es hebreo y es sinónimo de paciencia y lucha. Y ella es así, pese a practicar un deporte de mucha dinámica y vértigo, como es el baloncesto.
Betsabé Goyes fue el gran pilar del título que logró la selección del Marqués de Selva Alegre, en el torneo intercolegial de básquetbol femenino, categoría juvenil.
Se desempeña como base, y fue quien tomó a cargo a su equipo para ganar la final, por 58 a 56 a Santo Domingo de Guzmán, en tiempo extra.
“Fue un partido difícil, había que tener calma pese a que jugamos en un coliseo con mucha gente”, detalla la jugadora de 17 años, que en julio ya será bachiller.
Fue complicado, también, porque su plantel está ubicado en Sangolquí y el equipo debía trasladarse a Quito para los partidos. Retornaba a recibir clases y a hacer las tareas. Y los días que jugaba, se entrenaba por las tardes. “Terminaba mis deberes a la una de la mañana”.
Tras ganar esa medalla subió al tablero del coliseo Julio César Hidalgo y cortó la red donde logró los puntos que le valieron su primer campeonato colegial. “Es mi primera red y la voy a guardar”.
Este título puede transformarse en una beca de estudios en Estados Unidos. El año pasado, gracias a la gestión de Susana Jara –exseleccionada nacional– viajó a ese país y realizó entrenamientos en cuatro universidades y otros tantos institutos superiores. “En Carolina del Sur, la entrenadora de la selección de Estados Unidos, Dawn Staley, me entregó una placa como la jugadora de mejor desempeño en el campamento”, detalla orgullosa
por ese reconocimiento.
Guarda esa placa junto a las 30 camisetas que tiene de todos los equipos que ha defendido en estos nueve años de baloncesto.
Esa universidad podría ser su destino en el verano, porque quiere seguir aprendiendo, mejorar su técnica y sumar experiencia. “Con la selección de Pichincha he ganado dos títulos en Juegos Nacionales”.
El año pasado, la intención era lograr el tricampeonato, pero no se pudo. “Tungurahua nos ganó y nos quedamos con la medalla de bronce. Creo que es la derrota más dura que he tenido en mi carrera”, reflexiona. En cambio, menciona que aún no convierte el cesto de sus sueños, ese que se ve en las películas, cuando quien lanza envía el balón al tablero, la pelota baja por el cesto y suena la chicharra. “La canasta que vale un campeonato, esa es la que quiero hacer”.
Pese a sus logros deportivos, aún no ha sido llamada a vestir la Tricolor, como lo hizo la jugadora que le inspiró escoger el puesto de base. “Admiro a Susana Jara y a Doris Lasso. Son jugadoras técnicas y de espíritu guerrero”. Y ese estilo lo ha adquirido Betsabé.
Es muy buena para las salidas rápidas, para el ‘dribling’ y los lanzamientos de tres puntos. “En los entrenamientos suelo hacer unos 200 lanzamientos al tablero”.
La afición al baloncesto la heredó de sus padres, José y Érika. “Ellos fueron los que me llevaron a mirar partidos y luego a mis primeros entrenamientos. No me gustaba porque yo practicaba fútbol”, recuerda entre sonrisas. Pero luego, el deporte de la canasta se metió en su venas y hoy la familia toda es basquetera. “Ellos van a mis entrenamientos y competencias, por más distantes que sean las sedes”.
Tiene palabras de agradecimiento con todos los entrenadores: Paola Carillo, Raúl Vilatuña y Víctor González. “Ingresar al club San Pedro de Taboada me permitió jugar en el UDJ de Sangolquí, en mi colegio y también fui a Argentina a un campamento de prácticas”.