Las artes marciales mixtas también se aprenden bajo el puente de la Villa Flora

Alberto Jarrín, luchador e instructor de artes marciales en el KO Club de la Villa Flora. Fotos: Carlos Rojas A. / EL COMERCIO

El ganador de la segunda temporada de la Última Pelea, un 'reality' de artes marciales mixtas realizado en Ecuador, imparte clases en un pequeño gimnasio ubicado debajo del paso a desnivel de la avenida Napo, en el sector de la Villa Flora.
Se trata de una zona bastante transitada, llena de autos y esmog cercana a Chiriyacu, El Camal, Las 5 Esquinas y otros sectores del sur de Quito. Allí, debajo del puente, el quiteño Alberto Jarrín dirige el KO Club desde hace unos ocho años.
El sitio de entrenamiento no es muy amplio, pero tiene colchonetas de pared a pared y sacos de arena que cuelgan del techo para que niños y adultos aprendan varias técnicas de combate, sobre todo el boxeo tailandés y el jiu jitsu brasileño. “Este es un espacio donde los chicos pueden contar sus problemas y después de entrenar salir con mejor ánimo y con otra mentalidad hacia la vida”, explica el instructor de 31 años.
A los 10 empezó su aprendizaje en las artes marciales en la Academia Kamikaze del instructor Miguel Ángel Mendoza. Ha practicado wushu, boxeo, kick boxing, muay thai, entre otras disciplinas.

Sus primeras peleas como amateur las hizo en 1999 y asegura que perdió la mayoría de ellas. Eso así, de esas derrotas aprendió hasta el punto que se ha mantenido invicto en 10 combates profesionales en artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés), entre estos la gran final de la Última Pelea en la que derrotó por decisión al también ecuatoriano Jhonn González en noviembre del 2017. “Fue una pelea muy cerrada, contra un chico que se entrena muy fuerte en Machala, con un buen proceso”, dice sobre su rival.
Su prioridad no son los combates, aunque no descarta volver a subirse a un cuadrilátero o a una jaula por lo cual continúa perfeccionando sus técnicas de golpeo y sumisión.
Su objetivo principal es continuar enseñando y contribuyendo para que su gimnasio siga siendo una opción en el sur. “La gente nos ha ayudado para que este lugar siga adelante”, explica y afirma que el suyo es uno de los pocos proyectos activos en la zona. “Desde que estamos aquí, la manera de pensar de muchos jóvenes ha cambiado. Quienes se entrenan ya no se van un viernes a tomar porque compiten el fin de semana. Con el deporte los chicos se mantienen ocupados”.
El KO Club atiende de lunes a viernes en las tardes, desde las 16:30 hasta las 20:30. Allí se entrenan niños, niñas, jóvenes y hasta personas de 60 años.
“Entrenar me ha servido en todo, en lo físico y en lo mental. Me ayudó con el autoestima y me alejó de problemas”, cuenta Andrés Salazar, de 24 años, y quien practica jiu jitsu desde hace más de cinco años. “El profe se ha convertido en un compañero más. Lo respetamos y afuera del dojo es uno amigo”, añade.
El 'Beto' Jarrín les dice a sus pupilos que si alguno quiere convertirse en un luchador profesional, primero debe estudiar. "La vida es una lucha y a pesar de que se presente dura, como los golpes en un combate, hay que saber sobrellevarla. En realidad la vida te da golpes más fuertes que los que recibes en una pelea”, asegura.
Alberto Jarrín enseña artes marciales en el KO Club, bajo el puente de la av Napo @elcomerciocom https://t.co/sjZsziHQ9y pic.twitter.com/VUaeWuuezQ
— Carlos Rojas Acevedo (@carlosrojasec) 8 de agosto de 2018