Seremos nosotros, los que de verdad amamos a nuestro hermoso y abatido país, quienes debamos retomar la República -fundada luego de heroicas batallas- herencia legítima de nuestros ancestros, llevada -en los últimos tiempos- al límite que señala la inviabilidad de país o de Estado fallido.
Basta ver y escuchar cómo el recinto legislativo se ha convertido en “plaza de mercaderes”. Nuestra patria no les pertenece, es de quienes trabajamos para engrandecerla y luchamos por la integridad de su territorio y patrimonio. Los llamados “políticos” se alejan cada vez más del universal concepto de política: “Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados”; por esto, el rumbo equivocado: la ceguera colectiva ocasionada por “el efecto espectador, fenómeno psicológico por el cual es menos probable que alguien intervenga en una situación de emergencia cuando hay más personas que cuando se está solo”.
Por esto, se hace posible la permanente arremetida de los actores de la “politiquería populista”, que ha generado: desastrosos actos terroristas, monstruosa corrupción, sistemático atraco a los fondos públicos, flagrante impunidad, desenfrenado endeudamiento interno y externo, sociedad dividida, resquebrajamiento de la ética y moral ciudadanas, pobreza, desesperanza, etc.; situación que se agudiza profundamente por el flagelo de otra pandemia (covid-19), tremendamente más letal (si la comparamos con la correísta), porque extermina miles y tal vez (desearíamos que no) millones de seres humanos y debilita significativamente la economía de los países del mundo entero.
Lo sucedido con nuestro país, es también nuestra responsabilidad, por haber sido -por obvias razones- renuentes a participar en política, pero estamos a tiempo de hacerlo: empecemos por exigir de los candidatos (no de los “chimbadores”): propuestas de planes y programas de gobierno nacionales, reales y ejecutables para recuperar los dineros sustraídos al Tesoro nacional que serviría para el pago de la deuda interna y externa del Estado, y que aliviaría el financiamiento de la producción, el trabajo, la salud pública, la educación y el bienestar colectivo en el país.