Veo, con satisfacción, que el Municipio capitalino ha iniciado los trabajos de mantenimiento y readecuación del Parque Inglés y eso me place sobremanera, pues deja entrever que mis quejas, que recogen el sentir y la preocupación de todos los moradores de este populoso sector, no han caído en saco roto. Esperamos ansiosos que los trabajos concluyan habilitando las luminarias, reponiendo los basureros desfondados y cercando la pileta pequeña, cuyas sucias aguas se han convertido en piscina de los perros del sector.
Lo que me ha llamado la atención es que cada vez que visito el parque, la única batería sanitaria que existe está cerrada (con un gran candado); averiguada la situación me informan que la persona encargada “solo abre las tardes”, siempre y cuando no sean días feriados. ¿Curioso, verdad? Si en esos días y horarios es cuando la gente más necesita, pues las personas, especialmente de la tercera edad (muchas de ellas con incontinencia urinaria) acuden, desde muy tempranas horas, a realizar sus ejercicios matinales; y, en los feriados, el parque se llena de niños que van a jugar en sus canchas o en los, hasta ahora, destartalados juegos infantiles. Esto permite que los visitantes, a falta de inodoros, hagan “uso indebido” de los árboles.
Me pregunto ¿Qué clase de “padrinazgos” tienen las personas encargadas de dar este servicio, que, pese a cometer estas arbitrariedades, no son reemplazadas por los miles de desempleados que estarían dispuestos a realizar este trabajo con responsabilidad y a horario completo?…
Una interrogante que alguien debe responder.