Mi artículo plantea una visión objetiva de lo realizado por el Ministerio de Salud, se basa en evidencias, datos y publicaciones académicas. Pongo en perspectiva lo actuado. Mi crítica nada tiene que ver la condición de género de la ex funcionaria, apenas valoro sus acciones sobre el control de enfermedades transmisibles y sus efectos en la salud.
El SNEM ciertamente tenía deficiencias, pero hay que valorar que sus estructuras anteriores fueron base para eliminar la peste y la fiebre amarilla urbanas, la oncocercosis y que llevó la malaria a la pre-eliminación. Lo racional habría sido modernizarlo, adecuarlo al nuevo ordenamiento, al modelo de atención y no pulverizarlo y dejar en indefensión a los más pobres del Ecuador frente a las enfermedades transmisibles. El INH quedó reducido a su mínima expresión y está muy lejos de cumplir el rol de Instituto Nacional de Salud que merece.
La eliminación de la oncocercosis y el mínimo de casos de malaria registrado en el país, apenas fueron una coincidencia en su período. Fueron efecto de ingentes luchas de mucha gente. Llegar a la eliminación de la oncocercosis llevó 30 años y el esfuerzo de gente heroica que trabajó en el norte de Esmeraldas.
El control de malaria se profundizó desde el año 2000 con varios proyectos de apoyo: Fasbase, Ravreda/AMI/USAID, Pamafro, Fondo Global. En su gestión la malaria estuvo en fase de pre-eliminación y se requerían apenas USD 500 000 para eliminarla. Ud. no tomó esa decisión. Negar los logros del pasado reciente revela su desconocimiento de la realidad sanitaria o un afán de atribuirse éxitos que no le corresponden.
El Programa de Control de Tuberculosis se fortaleció entre 2010 y 2013 por apoyo del Fondo Mundial, luego de la supresión de los programas se redujo significativamente el diagnóstico, captación y tratamiento de los enfermos. Es crítica la situación de los pacientes multidroga resistentes.
El control de la Enfermedad de Chagas se realiza rociando insecticidas en los domicilios para eliminar vectores, tratando a los pacientes jóvenes y agudos, atendiendo a los crónicos. La última acción de control vectorial se realizó en el 2014 en Progreso, provincia del Guayas. La trasmisión de la enfermedad sigue en curso, así la notificación se ha elevado desde 23 x 100.000 habitantes en el 2014 a 61 en el 2017.
Sería bueno explicarle al país la decisión de aplicar Bactivec para el control de Aedes aegypti pese a que en 2012 una comisión técnico-científica le alertó que el producto no garantizaba el control del Aedes, el costo fue de 40 millones en un primer contrato con la empresa cubana LABIOFARM.
La aplicación del producto no impidió la feroz epidemia con 33.464 casos de dengue y 41.003 de chikungunya, en 2015.
La Revolución Ciudadana creó una inmensa red de servicios de salud, mejoró la inclusión de muchas poblaciones y el acceso a medicamentos y atención médica, pero lo hizo desde una visión de “enfermología pública”, desligando toda participación social.
Es imperativo volver la vista al marco constitucional y reorientar la gestión en salud recuperando las capacidades técnico-científicas, las funciones esenciales de la salud pública, dotando al Ministerio de una estructura operativa racional, orientando un verdadero sistema nacional de salud, definiendo políticas y garantizando el financiamiento del sector. Es hora de retomar a la salud pública como camino hacia la salud, es lo que manda el marco legal del Ecuador.