Las personas estamos tan acostumbradas a escuchar nuestro vocabulario natal que nos resulta sumamente complicado responder a la pregunta: ¿Cuál es tu palabra favorita?
Tengo mi preferida en inglés y en portugués, pero ¿y en mi propia lengua? Luego de pensarlo por un par de días me decidí por FELICIDAD. Esa, curiosamente, es la palabra favorita de Chang Fuliang, decano de la Facultad de Estudios Hispánicos y Portugueses de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing; encierra un gran significado y además, suena lindo.
La de Miguel es BONITO, mientras que la de Bertha es AMOR. “Me gusta todo lo que encierra y cómo suena”.
Todos ellos son ciudadanos chinos que se enamoraron del español. Los dos últimos tienen 21 años y están por terminar su carrera, y en este momento asisten a una delegación de periodistas de América Latina que aterrizó en Beijing hace casi dos semanas.
Aprender español -dicen- es divertido, pero sobre todo una gran opción para sumarse al mercado laboral. Eso, por las relaciones comerciales que el gigante asiático establece a diario con países latinoamericanos. Se necesitan muchos traductores, por ejemplo.
De acuerdo con Chang Fuliang, el 70% de los graduados forman parte de alguna de las empresas que negocian con América Latina. El resto opta por la docencia universitaria y la traducción de textos.
Todo empezó en 1952
En ese año se sintió la necesidad de incorporar el aprendizaje del español; eso, después de que una delegación china visitará América Latina. Tras la selección de los maestros y de establecer un pensum de estudios, en 1953 finalmente español el español aparece como una especialidad.
Hace 23 años (2 000), 500 alumnos eran los que se sumaban, cada año, a la facultad. Ahora, son 6 000 jóvenes, hombres y mujeres, los interesados en aprender a hablar español. Ese interés también se refleja en el número de universidad que ofrecen esa carrera. Al inicio eran 12, ahora son 116.
Miguel está a un solo año de dejar la universidad y en conversaciones con periodistas de México, Argentina, Brasil, Nicaragua y conmigo (Ecuador) fluye con naturalidad. Eso sí, algunas de sus palabras tienen un toque españolísimo.
Chang Fuliang afirma que el pensum contempla cuatro años, pero que una persona puede aprender a hablar español y cualquier otro idioma en menos tiempo. Como todo, dependerá del interés que se le dedique.
“Para que usted aprenda chino -me dijo- le sugiero escuchar el idioma ocho horas diarias”. Me parece que el profesor exageró un poquito (risas), pero sí, tras esa conversación resurgió mi deseo por anotarme en una clase.
PD: Los jóvenes chinos dominan entre tres y cuatro idiomas. Resulta que en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing se dictan 101 lenguas extranjeras.
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Los leo en pgailanes@elcomercio.com