Asà como lo leen. En China, en el gigante asiático, compras absolutamente todo con tu teléfono celular. Tienes tu billetera virtual tras descargarte las ‘apps’ Alipay o WeChat; esas dos son las más populares. Ahà -precisamente- es donde se acumula el dinero de los salarios, por ejemplo.
¿Buscas frutas? ¿Ropa? ¿Zapatos? ¿Medicina? ¿Un heladito? Lo tendrás con solo exhibir un código QR; la transacción dura segundos y es increÃblemente segura. Hasta el momento no se han reportado fraudes. ¡Una verdadera maravilla!
El mismo procedimiento para acceder al transporte público; las famosas bicicletas compartidas están en la lista. Escaneas un código, ruedas, estacionas y pagas. SÃ: cancelas al final; y es que aquà es imposible pensar en estafar.
Cada vez son menos las personas y establecimientos que aceptan dinero en efectivo. El uso del pago electrónico se popularizó en China luego de la pandemia del covid-19, tanto asà que hasta los mendigos (solo he visto tres en casi un mes) tienen su billetera virtual. Cuando encuentran gente solo muestran su código QR habilitado. La otra persona acerca su móvil y ‘et voilà ’: el dinero está listo para ser invertido.
¿Quiénes usan ‘cash’?
Básicamente los turistas. Yo, por ejemplo, tengo billetes y monedas en mi cartera; he completado mis transacciones con éxito. Pero, como la vida es un continúo aprendizaje y hay que desbloquear ‘taras’ mentales también me descargué las ‘apps‘. Y es que además no hay otra forma para acceder a la bicicleta compartida, que ahora se ha convertido en mi principal medio de transporte.
Sobre dos ruedas se movilizan millones de personas en Beijing; la forma más divertida y saludable de contribuir con el ambiente. En la capital del gigante asiático también caducó el pago con las tarjetas de crédito fÃsicas; nadie las recibe. ¡Por favor no insista! Ese recurso también está en la billetera virtual.
Cuando llegué al paÃs de los dulces e impresionantes osos panda nos dijeron, en una charla, que China aprende con cada lección; es verdad, lo he visto con mis propios ojos. Esa filosofÃa les ha permitido perfilarse como una potencia mundial, cuya bandera es, sin duda alguna, la de la tecnologÃa.Â
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