Sin que sea nuestro interés ubicar el siglo de aparecimiento de la intimidad sexual a cambio de dinero llamada prostitución, sí es posible afirmar que sin aquel ingrediente monetario, esa práctica de un hombre con una mujer sería de algunos milenios antes de la era cristiana.
No hay este tipo de trabajo en el mundo dominado por las creencias religiosas musulmanas, a diferencia de los países que integran el mundo occidental. Al desbordarse los linderos del amor conyugal, o de hombres libres de esa relación legal o de hecho, surge la faceta del tipo de trabajo sexual.
Desde la República Popular China, hasta cualquier país occidental, las estadísticas de la prostitución van desde seis millones en la China de los años 80 del siglo anterior que fue el final de la época de Mao Tse Tung, hacia decenas de miles en otros países. Esta modalidad de trabajo rinde mensualmente hasta USD 4 300 y según la ONU está ejercida por 4 a 6 millones de mujeres, en China con una población de un mil trescientos millones de personas, y a pesar de que es ilegal su ejercicio, lo cual prueba que ningún gobernante ha detenido la constante extensión de este trabajo, y hay posiciones para pedir su legalidad regulada, y por ende protegida, para impedir abusos de agentes policiales.
La escritora china Zhang Lijia, investigó a lo largo de doce años a este sector para documentar su novela “Lotus” que relata la historia de la vida de una joven prostituta triunfadora, porque afirma que el crecimiento de este sector tiene relación directa entre la bonanza económica de la China capitalista y el espectacular retorno del “mercado del sexo”, al seno de la sociedad como un hecho real que tiene justificativo para acabar con la represión que implementó el sistema comunista-maoísta y la economía de libre mercado que le sustituyó, hasta la época actual del siglo XXI.
La figura de una prostituta está estrechamente ligada con un agente nominado como proxeneta, que recibe un porcentaje de los beneficios económicos generados en la actividad, bien organizada en sitios llamados “burdeles” o “prostíbulos” a donde acuden los clientes. A la par, también se la ejerce en plenas aceras de calles de mucho tránsito peatonal, así como en bares, y clubes nocturnos, hoteles, así como existen servicios a domicilio a través de teléfonos que se inscriben para brindar estas relaciones íntimas, y cuya clientela se encuentra en quienes hacen turismo individual o en grupos.
Por último, según el diccionario ideológico de la lengua española, la prostitución es “el comercio que hace una mujer de su cuerpo, entregándose a los hombres por dinero”, esta es la respuesta a una demanda que existe en el seno de las sociedades, especialmente de países occidentales, donde se realiza esa actividad laboral.