Las autoridades acordaron con el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajar el peso del endeudamiento en el PIB. El país debe tomarse en serio este compromiso que -además- no solo corresponde a los políticos, sino a la sociedad.
Los recursos del FMI, que llegan a bajas tasas y plazos largos de pago, son importantes para superar el golpe de la pandemia en la economía y las finanzas públicas. Comparado con una familia, es como si el banco le hubiera dado un sobregiro con el compromiso de poner en orden las cuentas del hogar y pagar el dinero a futuro.
La Ley establece que el Ecuador debe bajar progresivamente la deuda hasta alcanzar el 40% del PIB en el 2032.
La tarea será titánica. Hasta agosto pasado, el peso de la deuda en el PIB era del 61% y es probable que llegue al 70% hasta fin de año, porque -además del dinero del FMI- se esperan créditos de China y otros multilaterales. En total se recibirán USD 7 150 millones en el último trimestre del año.
Pero la reducción del endeudamiento no es solo un tema legal. En un famoso ‘paper’ la actual vicepresidenta del Banco Mundial, Carmen Reinhart, advirtió que hay países, especialmente los emergentes, que parecen ser menos tolerantes al endeudamiento y Ecuador es uno de ellos.
El país está en el grupo de naciones que ha tenido problemas de pago (‘default’) cuando el endeudamiento ha alcanzado rangos del 40 y 61% de peso en el PIB. Reinhart sugirió a esos países no superar el 40% del endeudamiento si querían evitar caer en ‘no pago’. Otros como EE.UU. o Japón son más tolerantes, por lo que no tienen techo y su deuda pesa hasta 120% del PIB. Ellos pueden darse este lujo por tres factores: la economía crece a buen ritmo; se endeudan a bajas tasas porque han caído menos en ‘default’ o nunca lo han hecho; y el presupuesto tiene superávit (capacidad de pago). Nada de eso tiene, por ahora, Ecuador.
Entonces, la tarea del país es casa adentro y esto incluye desde ordenar las finanzas hasta ganar credibilidad internacional.