Hace días estuve conversando con un argentino en Quito. “¿Te das cuenta la vergüenza? Maradona apoya a Maduro, es una desgracia para los argentinos. La gente debe pensar que somos todos así de imbéciles.” Yo no estaba muy agudo en ese momento y no me di cuenta del despropósito en que caía cuando asentí despreocupadamente, “Es cierto, a mí sí me daría vergüenza”. Lo dije conmoviéndome de la situación del argentino, sin darme cuenta que yo estaba en una posición infinitamente peor. Nuestra canciller, quien oficialmente nos representa había reiterado el apoyo irrestricto al régimen de Maduro, además de condenar las sanciones estadounidenses.
Poco tiempo después, con una descoordinación tan propia de nuestro Estado (¡qué orgullo!), el Presidente contradice a la Ministra y expresa preocupación por los presos políticos en Venezuela. ¿Es que acaso no hay esfuerzos mínimos de enlace y coherencia para evitarnos un segundo bochorno de tener un Estado con dos discursos?
Paréntesis, un chisme. No son pocos políticos – tanto dentro de AP como fuera – que ven en las declaraciones de Espinosa una estrategia para hacerse con la vicepresidencia. Su nombre suena y resuena en los corredores de las altas instituciones públicas como un excelente perfil de remplazo. Pues, uno de los atributos más importantes que se buscarían estaría en ser un puente de unión entre las diferentes facciones verdes. Así, el apoyo del estado ecuatoriano a Maduro no sería más que una forma de coquetear a las alas más radicales (y cercanas a Correa) de AP.
Sea como fuere, en este no-estado andino no tenemos una política de Estado respecto a algo tan relevante y tan cercano como la dictadura venezolana. Y, lo peor, parece que los tibios matices de Moreno dejaron satisfechos a muchos. Tan acostumbrados estamos a que nuestro gobierno declare disparates que una escueta declaración que apenas adulza nuestros radicalismos yaparece sepultar nuestra indignación. ¡¿En serio?! ¿No podemos pretender a una posición consolidada? Y más lejos aún, ¿no podemos tener una postura acorde con nuestros valores democráticos?
Perú expulsa al embajador de Venezuela. Tanto hemos retrocedido en institucionalidad que nuestro vecino parece habernos dejado atrás con años luz.
Para que tengamos una visión sobre la magnitud de nuestro triste papel hay que mirar afuera y constatar las certezas que hay sobre Venezuela y su eje. Esta semana el filósofo francés Bernard Henri-Levy publicó un artículo en el periódico español El País que recomiendo y que resume de manera concisa las convicciones internacionales sobre Maduro, que está entre Castro, Pinochet y la dictadura argentina como una de las más terribles tiranías sudamericanas… y nosotros, ambivalentes ante ello.