El color azul identifica a las personas con autismo. El 2 de abril es el día en el que se recuerda a las personas que viven con esta condición. Foto: Shutterstock
El color azul se transformó en un símbolo del autismo. Azul como el mar, muchas veces calmo, pero en ocasiones turbulento, como ocurre con quienes presentan esta condición. El mundo entero se tiñe este 2 de abril del 2018 de ese color para hacer un llamado global a favor de la inclusión, la tolerancia y el respeto de las personas con autismo, denominado históricamente Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) y actualmente del Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Un día para llamar la atención
La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 2 de abril como el Día Mundial de Concientización sobre el Autismo. Lo hizo en 2007 con el fin de aumentar la conciencia pública sobre este trastorno que cada vez afecta a más gente en el mundo. Y también para generar actividades de difusión sobre la importancia del diagnóstico y la intervención temprana. La celebración mundial de este año se centra en la necesidad de empoderar a las mujeres y las niñas con autismo y de involucrarlas, tanto a ellas como a sus organizaciones, en las políticas y en la toma de decisiones.
Los especialistas explican que el autismo impacta en la comunicación, la socialización y la conducta. Entre los síntomas y signos de alarma frecuentes, detectables a partir de los 12-18 meses, se destaca la ausencia de contacto visual, de juego imaginativo o simbólico y de señalamiento de objetos. También el rechazo al contacto corporal, y la falta de reacción a ser llamado por su nombre. Hay quienes caminan en puntas de pie, tienen aleteo, alta selectividad alimentaria, hipo o hipersensibilidad a los sonidos, a las luces o a los sabores como parte de su trastorno de regulación sensorial.
“El autismo no es una enfermedad, es una condición”, indicó Jorge Sengiali, que forma parte de TGD Padres TEA y es papá de Patricio, un chico de 14 años con autismo. “Tampoco es un trastorno emocional, no está generado por un problema de apego, ni de vínculo con la madre y tampoco está necesariamente asociado a una discapacidad intelectual“, detalló.