Los 4 radares chinos aún no son operados por la FAE

En Jama. En febrero, una avioneta permaneció tres días en esta pista y a la vista de toda la gente.

La avioneta permaneció tres días en Jama. Estuvo a la vista de la gente. Era blanca, con letras azules, como la que el domingo pasado se estrelló en Pedernales y que estaba cargada con USD 1,3 millones.
Tres meses después, los vecinos aún recuerdan que la nave, en la que llegaron dos hombres, aterrizó en una pista abierta en la zona.
Esta es de tierra y mide al menos un kilómetro de largo. La maleza está cortada, aunque no tiene señales de aterrizaje. Un hombre dice que la pista pertenece a la Dirección de Aviación Civil (DAC), pero allí no hay funcionarios ni sellos de esa institución.
Unas tres pistas similares se han hallado en Manabí (ver fotos). Una de ellas está en el sector de Coaque, en donde supuestamente debía aterrizar la nave que estaba tripulada por dos mexicanos.
¿Quién controla estas bases aéreas pequeñas? La Dirección de Aviación Civil (DAC) reconoce que allí reposa un registro con 332 pistas a escala nacional.
Sin embargo, una alta fuente de ese organismo reconoció que no tienen datos de cuántos ni cuándo se cierran. Entonces, ¿cómo hacen para que luego de ser abandonadas no sean usadas en actividades ilícitas? ¿La DAC coordina con la Policía Antidrogas para los controles? El jueves, Carlos Jácome, subsecretario de Aviación Civil, no dio mayores detalles.
“Antinarcóticos controla el tráfico de estupefacientes, entonces tiene que controlar todas las áreas”, señaló. No respondió a más preguntas y sus colaboradores lo escoltaron a un ascensor de la Dirección de Aviación Civil.
Los hombres que en febrero llegaron a la pista de Jama dijeron a los pobladores que unos paracaidistas los contrataron para realizar saltos en el perfil costanero de Manabí. “Pero los paracaidistas nunca llegaron. Se hospedaron en un hotel del sector El Matal. Salían temprano y llegaban por la noche. No sabemos qué hacían”, contó uno de los pobladores.
Otra pista está abierta a 1 kilómetro del sitio donde se accidentó la avioneta mexicana. Es de tierra y está llena de maleza.
El suelo es irregular. Según su propietario fue cerrada hace cuatro años. Sin embargo, los vecinos aseguran que cada mes llega una avioneta como la accidentada.
Falta de controles
El percance en Pedernales dejó al descubierto hechos como los revelados por la DAC. Su director, Fernando Guerrero, aseguró que en operaciones (vuelos) ilegales ese organismo no tiene competencia y que los tres radares que ellos mantienen solo pueden asegurar un vuelo cuando se trata de una operación lícita.
Carlos Jácome dijo algo similar: “Nosotros controlamos procesos lícitos. Nadie controla los procesos ilícitos y eso tiene una secuela grave, como los dos muertos”.
No obstante, ayer altos oficiales de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) señalaron que el control de ese tipo de naves sí corresponde a la DAC y que el día del accidente en Pedernales ese organismo no alertó a los militares, para que estos pudieran actuar. Otra fuente militar señaló a este Diario que en este momento, la Fuerza Aérea opera con radares de largo alcance y que en las nuevas tareas de control al narcotráfico asignadas a las Fuerzas Armadas se requerirán radares pequeños.
¿A quién corresponde esa tarea? Las fuentes castrenses dicen que a la Aviación Civil.
Los controles aéreos mediante radares también tienen debilidades. Eso lo reconocieron las autoridades en el 2009. Cuando el 8 de junio de ese año, la empresa CETC International y el Ministerio de Defensa firmaban un acuerdo para la compra de radares chinos, en el documento se dijo que es necesario que “la FAE disponga de sistemas radáricos altamente eficientes y eficaces, y que actualmente no los tiene para cumplir su misión de garantizar la soberanía del espacio aéreo”.
La necesidad de la contratación la estableció el Comandante del Comando de Operaciones Aéreas y Defensa mediante informe del 13 de octubre del 2008.
Dentro de ese proceso de contratación se dice que hay una “imperiosa necesidad” de comprar radares, y que estos permitirán “dar la alerta temprana a la fuerza de reacción inmediata y así repeler cualquier amenaza externa o interna que ponga en riesgo los intereses nacionales”.
Pese a que se dibujó ese panorama, ayer los militares reconocieron que los cuatro radares chinos no están en manos de la FAE. Esto, aunque el plazo para la entrega venció el 14 de enero del 2011 y aquello se difirió cuatro veces.
Dentro de la indagación de este caso, el jueves el asambleísta Galo Lara declaró ante la Fiscalía.
Allí reveló que de los USD 60 millones que costaron estos equipos, USD 36 millones ya se han pagado como anticipo, pese a los incumplimientos de la empresa.
Fuentes de las Fuerzas Armadas reportaron que los radares llegaron al país pero aún no se encuentran en manos de la FAE. Según esa versión, los sistemas ya fueron instalados, pero que por ahora están en fases de prueba.
En el contrato firmado se determina que la adquisición debe incluir asesoramiento y entrenamiento técnico y ‘stock’ que permita la integración de la señal de los radares de la FAE y la DAC.
Según el documento, eso ayudará a tomar decisiones oportunas, aunque Lara señala que nada de eso se cumple y en la Fiscalía aseguró que los sistemas existentes “no pudieron monitorear a la avioneta mexicana”.
En el Presupuesto del Estado para este año se determina que para la compra de dos radares se destinarán USD 19,2 millones.
Las investigaciones
Según la Dirección de Aviación Civil, de las 332 pistas pequeñas declaradas en el país, el 65% está en la Amazonía, el 25% en la Costa y el 10% en la Sierra.
El ministro del Interior, José Serrano, señaló ayer que una de las prioridades es establecer los controles en cuanto a la presencia de radares primarios y secundarios. “(Hay que controlar) no solamente los (radares) que pueden verificar los vuelos de altura, sino también otro tipo de vuelos”, expreso.
El funcionario propuso que se realice una investigación conjunta entre el Ministerio de Transporte, FF.AA. y Policía. “No solo en la zona costera hay estas pistas pequeñas, sino también en la propia Amazonía".
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