Acababa de cumplir cinco años preso y la semana pasada fue asesinado en la Penitenciaría de Guayaquil. Su familia cuenta que tuvieron que ‘maquillar’ su cuerpo para el funeral, pues tenía heridas profundas en el rostro y en la cabeza. Recibió 14 puñaladas.
Similares resultados arrojaron las pericias de los otros siete presos que fueron asesinados el miércoles 21 de julio del 2021 en la Penitenciaria de Guayaquil.
Poco a poco se conocen detalles de cómo se perpetró la última masacre que dejó 27 internos muertos en las cárceles de Cotopaxi y de Guayaquil.
En el caso del Puerto Principal, informes policiales señalan que emisarios que actúan bajo el membrete de Los Choneros iniciaron la pugna y desde el pabellón 9 atacaron con armas de fuego a sus principales rivales: Los Lobos. Según las indagaciones, en el cruce de balas hirieron a un cabecilla.
Esto generó que los Lobos arremetieran contra los ocho presos que trabajaban en un huerto. Las familias de los fallecidos advierten que no pertenecían a ninguna red ilegal, pero la Policía asegura que eran aliados de Los Choneros y que por eso fueron atacados.
Un agente que estuvo en el levantamiento de los cadáveres cuenta que los rostros estaban desfigurados por los cortes provocados con machetes.
Lo ocurrido en Guayaquil activó de inmediato otra pugna en la cárcel de Cotopaxi.
Allí también se vivió una ‘guerra’ entre las dos redes, que dejó 19 presos fallecidos.
Entre esas víctimas, la Policía ha identificado a cuatro miembros de Los Choneros. El resto está por determinarse.
Los informes de los agentes señalan que la matanza en los dos centros de rehabilitación responde a un nuevo intento de acabar con ese grupo, que era manejado por Rasquiña.
Desde inicios de este año, Los Lobos han consolidado alianzas con Los Águilas, Latin Kings, Tiguerones y Cubanos. Algunos de los cabecillas de estas organizaciones fueron parte de Los Choneros, pero se dividieron al morir Rasquiña.
Datos del Servicio de Atención Integral de Privados de Libertad (SNAI) señalan que desde enero Los Choneros han perdido a 40 de sus miembros. En cambio, en las bandas de sus rivales se contabilizan 35 bajas. En total, en este año, esa pugna ha dejado 113 fallecidos en las prisiones.
Los expedientes judiciales de esos presos indican que la mayoría cumplía penas superiores a 15 años. Al menos 80 fueron condenados por los delitos de asesinato, delincuencia organizada, narcotráfico, homicidios, tenencia de armas, robos y femicidios.
Dos agentes que custodian las cárceles contaron a EL COMERCIO que las bandas reclutan a presos para reforzar sus filas. Les ofrecen armas, seguridad, beneficios en las celdas como colchones, televisores, etc. Incluso, en los últimos meses han detectado que Los Choneros se hacen cargo de los costos de abogados para que los defiendan.
La Policía ha identificado al menos a seis juristas que defienden a miembros de las dos mafias en todo el país.
Inteligencia detalla que todo el dinero que financia a las redes proviene de México. En ese país están los dos carteles a los que sirven las mafias locales. “Los Choneros trabajan para Sinaloa y Los Lobos para el cartel de Jalisco Nueva Generación”, indica un oficial.
Entre la información que tienen los uniformados también se revela que desde la masacre de febrero pasado, en donde murieron 79 detenidos, las bandas ecuatorianas pidieron armamento a sus jefes de México.
En los últimos enfrentamientos, en Cotopaxi utilizaron explosivos, armas largas y hasta granadas. Así se destruyeron paredes, puertas y techos. Ese dato fue confirmado por funcionarios del SNAI que recorrieron las instalaciones.
Ahora se investiga cómo y cuándo ingresaron esos objetos al centro carcelario.
La Policía rastrea el sistema de encaletamiento que tienen las redes criminales.
Ayer, 29 de julio del 2021, se anunciaron nuevos operativos para detectar los escondites. Además, se planifica la creación de una “fortaleza tipo búnker”, para el resguardo de policías y zonas administrativas. La idea es evitar otro intento masivo de fuga.